jueves, 28 de marzo de 2013
JUEVES SANTO
TRES MOMENTOS IMPORTANTES SE VIVEN EN ESTE DIA:
1. INSTITUCIÓN DEL SACRAMENTO DEL SACERDOCIO
2. INSTITUCIÓN DEL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
3. EL MANDAMIENTO DEL AMOR
Estos momentos se dan durante La Última Cena de Jesús con sus Discípulos.
martes, 26 de marzo de 2013
martes, 19 de marzo de 2013
Programa s-word Para aprender Biblia
Este programa te será útil para aprender más de la Palabra de Dios y otras materias. Te lo recomiendo.
S-WORD
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domingo, 17 de marzo de 2013
miércoles, 13 de marzo de 2013
¿Por qué los Papas cambian de nombre?
13 de marzo, 2013.
(Romereports.com) El cambio de nombre tiene una explicación
teológica fundada en la Biblia. Dios cambiaba de nombre a las personas que
asignaba una misión especial, por ejemplo a Abraham. También Jesús a algunos
apóstoles como San Pedro o San Pablo les cambió el nombre al asignarles su
misión. Se entiende, por tanto, que los Papas cambien de nombre cuando
son elegidos para ser sucesores de San Pedro.
La elección del nombre es una decisión muy personal que puede estar motivada por diferentes factores. Uno de ellos es la cercanía afectiva. Es frecuente que tomen el nombre de alguno de sus predecesores cercanos. Juan Pablo I quiso unir los nombres de Juan XXIII y de Pablo VI. Juan Pablo II dio continuidad a su predecesor. Benedicto XVI, tomó como referencia a Benedicto XV el Papa que tuvo que mediar en la Primera Guerra Mundial.
Sobre el nombre que escogió, el Papa, el Padre Lombardi dijo: “la elección del nombre Francisco es muy significativa- Es un nombre que nunca antes había sido elegido y evoca sencillez, testimonio evangélico. Ambas cosas las atestigua su primera y sencilla aparición en público”. “Es una señal de gran espiritualidad pedir la bendición del pueblo para él, antes de dar la suya; una espiritualidad que recuerda la de su predecesor”.
“Hay que notar, además su sentido pastoral de relación con la diócesis de Roma, que es la diócesis del Papa y la elección de rezar las oraciones más sencillas de la Iglesia en un momento como éste con el Pueblo de Dios”, remarcó.GRACIAS SEÑOR POR EL PAPA FRANCISCO
Cardenal Jorge Mario Bergoglio - Papa Francisco
Dios lo bendiga y le ilumine para guiar a la Iglesia Católica
Unidos en Oración
lunes, 11 de marzo de 2013
BLOG DE ENCUENTROS CON CRISTO
QUERIDAS ESTUDIANTES:
A TRAVÉS DEL BLOG http://miencuentroconcristo2013.blogspot.com/ VAMOS A ENRIQUECER NUESTRA EXPERIENCIA DE ENCUENTROS CON CRISTO.
INICIAMOS EL PASADO JUEVES 7 DE MARZO CON LA PROMOCIÓN DE ORO (GRADO ONCE).
ESTE JUEVES 14, LA OPORTUNIDAD ES PARA DÉCIMO A.
RECORDEMOS QUE EL ENCUENTRO CON CRISTO ES TODOS LOS DÍAS Y A CADA MOMENTO.
He
aquí un cuento de Rabindranath Tagore
«“Señor, el santo Narottam nunca se digna venir a tu
templo real —dijo al Rey su siervo—. Si fueras a la arboleda del camino, verías
la gente atropellarse para oírle cantar las alabanzas de Dios, como enjambres
de abejas alrededor de un loto blanco. ¡Y el templo, en tanto, esta vacío; sin
servicio el dorado tarro de miel!”
El Rey, mortificado en su corazón, se fue al campo
donde Narottam oraba sentado en la hierba, y le dijo:
“Padre, ¿por qué te sientas en el polvo del campo
para predicar el amor de Dios, y no vas al templo de la cúpula de oro?”
“Porque Dios
no está en tu templo”, respondió Narottam.
El Rey, ceñudo, dijo: “No sabes que se gastaron
veinte millones de oro en levantar la maravilla; que fue consagrado con los más
costosos ritos?”
“Sí, contestó
Narottam, lo sé. Fue en aquel año en que el fuego devastó tu pueblo, y millares
de pobres vinieron en vano a pedir a tu puerta. Decía Dios: ‘Miserable ser que
no puede dar casa a sus hermanos, y quiere levantar la mía!’ Y se fue con los
desvalidos, bajo los árboles del camino. Esa pompa de oro que tú dices no tiene
dentro más que el vaho caliente de tu orgullo”.
Lleno de ira, el Rey le gritó: “Vete de mi reino!”.
El santo le respondió, tranquilo: “Sí, me destierras a donde desterraste a mi
Dios »
(Esta es nuestra Fe - Luis Gonzalez Carvajal)
jueves, 7 de marzo de 2013
RELIGION 10° - LECTURA: EL SENTIDO DE LA VIDA
LECTURA:
EL SENTIDO DE LA VIDA
Si queremos
otorgar al vocablo sentido todo su alcance, hemos de distinguirlo
cuidadosamente del término significado.
Para captar el sentido de una acción basta analizar esta en sí misma. El
sentido sólo se nos alumbra cuando tomamos cierta distancia y contemplamos una
acción o realidad en su contexto. El sentido presenta una condición relacional.
Por ser relacional, el sentido es cambiante; puede incrementarse o amenguarse,
adquirir nuevos matices o tornarse más elemental y tosco. Si deseo dominar una
realidad, tiendo a rebajarla a condición de objeto, de medio para mis fines
interesados, no a verla en toda su complejidad, como un mundo de relaciones.
La mirada
contemplativa, respetuosa, colaboradora ve, por ejemplo, el pan y el vino como
el fruto de una confluencia múltiple de elementos: campesino, semillas, cepas,
tierra, lluvia, viento, sol... El sentido de los términos pan y vino se
enriquece al máximo merced a esta forma relacional de ver. El que sólo ve en el
pan un medio para saciar el hambre no altera su significado básico, pero
amengua la amplitud de su sentido1. La comprensión de los términos
fundamentales de las disciplinas que estudian el enigma del ser humano, pende
no sólo de nuestro grado de inteligencia y preparación, sino también, y no en
último término, de nuestra actitud ante la vida: actitud dominadora y
prepotente, o bien respetuosa y solidaria.
I. EL
SENTIDO BROTA EN EL PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL: La cuestión
del sentido surge con el ser humano. El animal no necesita planteársela. Tiene
que desarrollarse, pero su desarrollo está predeterminado con firmeza
implacable por la especie. Por eso no puede equivocarse nunca al actuar. Le
basta seguir sus instintos para asegurar su pervivencia y la de la especie. El
ser humano debe también crecer por ley natural, pero tiene el privilegio de
saberlo y de precisar el modo de llevarlo a cabo. El hombre es un ámbito, no un
mero objeto, y se desarrolla como persona creando nuevos ámbitos a través del
/encuentro. El encuentro es fuente de luz y de sentido. Al encontrarme con
otras personas y formar comunidades, siento que configuro mi vida de forma
ajustada a las exigencias de mi realidad personal, a lo que ya soy y a lo que
estoy llamado a ser.
Esta llamada
es mi vocación y misión. Cuando mis opciones fundamentales, mis hábitos y mis
actos se orientan hacia el cumplimiento de esta misión y esta vocación, la
marcha de mi existencia se realiza en el sentido adecuado, en la dirección
justa. En la misma medida tiene sentido. El sentido no es algo que el hombre
pueda tener estáticamente, como un objeto; lo adquiere y posee dinámicamente,
al entrar en relación creadora con otras realidades.
El ser
humano, por bien dotado que esté en cuanto a potencias, no puede ser creativo a
solas. Tanto en el nivel biológico como en el espiritual, la fecundidad es
siempre dual. Cualquier actividad, aun la más intensa, sólo puede tener sentido
cabal si asume activamente ciertas posibilidades que le vienen dadas de fuera.
Aprendo un poema de memoria; lo declamo una y otra vez, fraseando de modo
distinto, alterando los ritmos, buscando el ajuste perfecto de forma y fondo...
Muy pronto sentiré que el poema me pertenece, aun siendo distinto de mí. Dejó
de serme distante, externo y extraño para hacérseme íntimo. Ahora ya no me
viene dictado de fuera; lo proclama mi voz interior, y yo participo de él
creadoramente. Lo configuro al dejarme configurar por él.
II. EL
SENTIDO DE LA VIDA Y LA LIBERTAD VERDADERA: Nuestra vida
se desarrolla y adquiere, por ello, sentido cuando cumplimos el deber de elegir
en virtud del ideal verdadero de nuestra existencia. Ese ideal viene dado por
la creación de formas valiosas de unidad con las realidades circundantes. Al
elegir de este modo, comenzamos a ser libres, por cuanto tomamos distancia de
nuestras apetencias inmediatas, sobrevolamos la situación y optamos en virtud
de una realidad distinta de nosotros y sumamente valiosa. Si ese deber que
asumimos lo consideramos como algo impuesto desde el exterior, nuestra libertad
interior es todavía incipiente: nos liberamos del apego a nuestras apetencias,
pero permanecemos sumisos a una instancia externa y ajena.
Mas, cuando
llegamos a amar ese ideal, lo interiorizamos de tal forma que lo sentimos como
una exigencia interior. Con ello, nuestra elección a favor del ideal gana
espontaneidad y la libertad interior se hace perfecta. Uno se torna
transparente al ideal. Este se hace presente en toda nuestra actividad. Tal
presencia transfigura nuestro ser y actuar y lo colma de sentido. Nuestra vida
tiene pleno sentido cuando no necesita tender hacia el ideal, porque este se ha
convertido ya en su más íntima razón de ser y en el impulso de su acción. El
ideal juega entonces la función de valor supremo, el que aúna dinámicamente
todos los demás como una clave de bóveda.
III. EL
SENTIDO Y LA RESPONSABILIDAD: El sentido de nuestra vida brota cuando somos
responsables, en el doble sentido de que respondemos al valor que polariza
todos los demás y respondemos de los frutos de tal respuesta. Esta recepción
activa del valor es una actividad creativa. Y toda forma de creatividad es
dual, implica al menos la colaboración de dos realidades. Por eso, exige una
actitud de apertura desinteresada. Si atiendo en exclusiva a mis intereses, me
bloqueo en mí mismo, no me abro, ciego las fuentes de la creatividad y del
sentido. De ahí que, si quiero descubrir el sentido de mi existencia en un
momento determinado, no debo preguntar qué partido le puedo sacar a la vida,
sino qué solicita de mí la vida en esa circunstancia.
Si alguien
espera algo de mí y yo satisfago sus deseos, mi vida se carga de sentido, pues
se ha orientado hacia el verdadero ideal; se ha puesto en verdad, ya que se ha
movido en el plano de la creatividad y ha cumplido las leyes del crecimiento
personal. A la inversa, el que sólo se preocupa de lo que puedan reportarle los
seres del entorno, tiende a reducirlos a medios para sus fines, con lo cual los
rebaja a condición de objetos y hace inviable la actividad creativa. En consecuencia,
vacía su vida de sentido, porque no funda encuentros ni crea nuevos ámbitos de
vida; se reduce a manipular objetos. Sitúa su vida en un plano inferior al
debido, se aleja de su verdad existencial, agosta su capacidad creadora. Así,
el que confunde el /amor personal con el mero erotismo corre peligro de reducir
la otra persona a mera fuente de gratificaciones.
Esta vida de
relación interesada puede tener un significado intenso, incluso conmovedor,
pero carece de sentido, por la razón decisiva de que no sitúa su comportamiento
en el plano de la creatividad, sino en el del manejo arbitrario de una realidad
gratificante. Esta falta de autenticidad y ajuste a las condiciones del propio
ser, se traduce en mengua de sentido. El sentido de la vida humana es
acrecentado por la actitud integradora de diversos planos de realidad: por
ejemplo, el sensible-corpóreo y el espiritual, el objetivo y el subjetivo. Es
amenguado, o incluso anulado del todo, por la actitud reduccionista que se
mueve exclusivamente en los niveles más elementales de realidad y actividad.
Cuando me dejo llevar por los valores inferiores, que arrastran, y dejo de lado
la llamada de los valores superiores, que atraen respetando mi libertad, no
actúo de forma integradora, sino unidimensional, infracreadora. No cargo mi
vida de sentido; la oriento en una dirección falsa.
IV. EL
SENTIDO Y LA ARMONIZACIÓN DE AUTONOMÍA Y HETERONOMÍA: Cuando uno
adopta una actitud integradora y se abre al encuentro de realidades vistas como
ámbitos, crea con estas un campo de juego común, en el cual las relaciones
espaciales aquí-ahí, dentro fuera, interior-exterior, lo propio-lo ajeno...
quedan felizmente superadas. En el aspecto físico-corpóreo, dos amigos están el
uno fuera del otro, porque dos cuerpos no pueden ocupar el mismo lugar. Pero,
en el aspecto lúdico-creador, se hallan en la intimidad de un mismo campo de
interacción. Lo que les viene de fuera ya no es necesariamente externo y ajeno;
puede serles íntimo. Y el entregarse a ello, o tomarlo como impulso de su
obrar, no supone una entrega a lo ajeno, por tanto una alienación o
enajenación, que carece de sentido en un ser llamado a regirse autónomamente.
Al vivir de modo creativo, el esquema autonomía-heteronomía deja de aparecer
como un dilema, para presentarse como un contraste. Soy de verdad autónomo al
ser heterónomo. Me guío por criterios propios al asumir activamente criterios
de acción fecundos para mi vida y convertirlos en íntimos, sin dejar de ser
distintos. Al vivir uno personalmente esta integración de la autonomía y la
heteronomía, se siente plenificado, colmado, desbordante de sentido.
Algo
semejante cabe decir de la fecundación mutua de la /libertad y las normas. Si
acepto de forma pasiva una norma o un precepto, no los convierto en íntimos; siguen
siendo externos, extraños y ajenos, y, al dejarme guiar por ellos, me alieno y
pierdo mi identidad personal, mi autenticidad. No actúo con la debida autonomía
e independencia. Mi vida pierde el carácter personal que le compete. No tiene
sentido. Está rebajada de rango, envilecida. No se halla en la verdad, sino en
la falsedad. Ahora comprendemos lúcidamente que el sinsentido o absurdo procede
siempre de la falta de creatividad, y esta arranca de un error de principio:
partir de una voluntad interesada de dominio, reducir los seres del entorno a
meros objetos y limitar la actividad al manejo de realidades objetivas o
reducidas a objetos.
La
Literatura del absurdo supo reflejar con crudeza sobrecogedora la imagen
depauperada que ofrece el hombre que ha descendido casi al grado cero de
creatividad: en vez de entusiasmo, siente aburrimiento y tedio; en lugar de
alegría, experimenta tristeza; en vez de esperanza, abriga desesperación. Su
vida aparece totalmente vacía, y, al asomarse a esta oquedad, siente vértigo
espiritual, y con él angustia, desesperación, y una desolada soledad. Este
vacío angustioso y desesperado supone una falta absoluta de sentido. No sin
profunda razón afirman hoy reputados psiquiatras -como V. Frankl y la
logoterapia- que el vacío existencial es la causa más frecuente de los
desarreglos psíquicos del hombre actual.
V. ¿TIENE
SENTIDO LA VIDA? Formulada así, de modo general, esta pregunta no
admite una respuesta convincente. El sentido brota merced a la actividad
creativa, y los seres humanos sólo somos creativos en cada situación concreta.
Alguien sufre un accidente, y tú te revelas al ver su mutilación. Tu irritación
te lleva a pensar que la vida carece de sentido. No pierdas el tiempo en hacer
consideraciones generales sobre la vida. Ponte a ayudar a ese ser menesteroso,
y verás cómo vuestras vidas concretas se van llenando de sentido. En el
encuentro, el sentido se hace palpable, denso, sugerente, reconfortante. Para
captar el sentido, más allá del significado, hay que ampliar el horizonte
vital: los criterios de interpretación de la vida, las pautas de conducta, las
perspectivas desde las que podemos contemplar nuestra existencia y sus
avatares.
Cuando se
sintió abatido hasta la muerte por la tragedia de la sordera, Beethoven recomendó
a su hermano Carlos, en su testamento de Heiligenstadt, que no dejase de
practicar la virtud, pues gracias a ella había superado la tentación de
recurrir al suicidio. Por virtud entendía Beethoven la defensa de la libertad
de los demás, la entrega al servicio del necesitado (Fidelio), la fidelidad a
las raíces últimas del ser, que radican en "el Padre amoroso que se halla
por encima de la carpa de las nubes"2; en definitiva: la solidaridad
humana en todas las vertientes de la vida. Esta actitud acogedora suscita la
honda alegría que nos eleva a cimas inigualadas en el último tiempo de la
Novena Sinfonía. Según Bergson, la alegría "anuncia siempre que la vida ha
triunfado, que ha ganado terreno, que ha reportado una victoria; toda gran alegría
tiene un acento triunfal".
VI. EL
SENTIDO SE ALUMBRA A TRAVÉS DEL RIESGO DE LA CREATIVIDAD: La creación
de formas muy valiosas de unidad exige esfuerzo e implica riesgo, ya que para
encontrarnos debemos abrirnos a los demás de forma generosa, confiada y
sincera, y esta actitud puede no ser correspondida, e incluso traicionada. De
ahí la tentación de buscar el amparo y la paz interiores en modos de vida
infrapersonales, infracreadores, infrarresponsables, que no son capaces de
encuentro, pero tampoco de lucha programada. Desde la I Guerra Mundial se
advierte en Europa un sentimiento de nostalgia por los estratos de ser
infrahumanos. Se añora la soledad del árbol (Calígula, de A. Camus);
Estos
intentos de vivir la vida con plenitud, pero sin riesgo, llevan en sí la
garantía del fracaso, porque el ser humano está configurado para el encuentro
con las realidades del entorno, no para la fusión o el alejamiento. Si me
fusiono embriagadoramente, me pierdo como persona. Es la estación término del
vértigo de la ambición de disfrutar. Si me alejo para dominar, bloqueo mi
desarrollo personal. Es la última fase del vértigo de la ambición de poseer. En
ambos casos, mi situación de desamparo espiritual se hace extrema. Si bajamos
al nivel del animal, no logramos la peculiar forma de paz de quienes no
necesitan programar su existencia porque sus instintos aseguran su ajuste al
entorno y su pervivencia. El hombre no es un ser que tenga las características
del animal y otras específicas, de modo que, abandonadas estas, adquiera la condición
de un mero ser de instintos y reflejos condicionados. El hombre nunca puede
renunciar a su condición inteligente, aunque su actividad creadora se halle
bordeando el grado cero. Por el hecho de no ejercitar la capacidad de elegir en
virtud de un ideal y asumir valores elevados, el hombre no adquiere instintos
seguros, instintos que aseguran su existencia.
Sus
instintos o tendencias no están de por sí orientados hacia la meta que marca el
pleno logro del hombre. Se hallan indeterminados, de modo que pueden conducir
al pleno desarrollo de la persona o a su asfixia total.
En aparente
paradoja, la única vía que se ofrece al hombre para lograr amparo es
despreocuparse de dominar la situación y adoptar una actitud de entrega
confiada. A través del riesgo que ello implica, puede, en algunos casos, lograr
el auténtico encuentro; y, en él, la plenitud de sentido. Esta se alcanza
únicamente mediante la integración de todas las energías que alberga el ser
humano, no mediante la renuncia a las más elevadas y exigentes. Cuando el
hombre supera la escisión interior e integra los distintos planos de realidad
que confluyen en su ser, vive una experiencia sobremanera gozosa: descubre
nítidamente las posibilidades eminentes que le abre la unidad, y siente que su
vida adquiere una dimensión inédita, una profundidad insospechada. Este modo
profundo de ver y sentir la vida entraña una plenitud de sentido.
VII. EL
LOGRO DE LA FORMA SUPREMA DE SENTIDO: Si una persona amplía su
horizonte humano en dirección al Infinito, confiere un rango nuevo y superior
al sentido de su vida. Esta experiencia excepcional de sentido la realizamos
cuando respondemos activamente a la palabra que nos trae un mensaje de riqueza
sobrehumana y fundamos una relación de encuentro con el /Absoluto. El que haya
vivido esta experiencia al menos una vez en la vida verá su existencia
enriquecida con ese horizonte de sentido, que lo invitará constantemente a
superar toda realización precaria de sí mismo y llevar a pleno desarrollo su
vocación y su misión.
Ese
horizonte supremo viene dado por la fe religiosa, entendida radicalmente no
sólo como un frío asentimiento intelectual a ciertos dogmas, sino como la
adhesión personal al Ser Supremo. El encuentro con la forma de realidad
absolutamente perfecta eleva al hombre a lo mejor de sí mismo, al máximo
despliegue de sus aspiraciones más nobles, y le produce sentimientos de
entusiasmo y felicidad plena. Con razón afirma S. Kierkegaard, en su obra
programática La enfermedad mortal, que "el antídoto de la desesperación es
la fe". Esta implica entrega, vinculación, amor. Aquella supone un
encapsulamiento egoísta en sí mismo y la ruptura de todo vínculo amoroso. La
fe, vinculada a la confianza y la fidelidad, está en la base del proceso
creador de encuentros que suelo denominar éxtasis.
La
desesperación es la fase del proceso de vértigo que precede a la destrucción de
la propia personalidad. Responder activamente a toda invitación al /encuentro,
es condición ineludible para conferir sentido pleno a la vida, a la propia e
incluso a la de otras personas, que están llamadas a dejar de sernos extrañas y
convertirse en íntimas. Ese paso se da en la experiencia de participación. Al
participar, el hombre se trasciende a sí mismo y descubre que "lo más
profundo que hay en mí no procede de mí" (G. Marcel). El hombre alcanza su
sentido cabal (plenificación) cuando orienta su vida en el sentido (dirección)
que marcan las condiciones de la actividad participativa. Aprender a
participar, en el pleno sentido de la palabra, es la meta de toda formación
humana auténtica. Al hombre no le viene dado de antemano el sentido de su
propia existencia, como un objeto que pueda ser poseído y retenido. El sentido
constituye, así, para el hombre una meta y una tarea siempre renovada, un reto
que lo insta a trascender en cada momento los hitos ya alcanzados.
A. López Quintás, El sentido de la Vida En M. Moreno Villa (dir), Diccionario de
Pensamiento Contemporáneo, San Pablo, Madrid, 1997
Actividades
a. Tomar nota en el cuaderno de
las ideas más importantes y elaborar un mapa conceptual.
b. Elabore un collage partiendo
de la frase: El sentido
de nuestra vida brota cuando somos responsables (grupos de 3 estudiantes).
c. De las siguientes preguntas
y afirmaciones, elija una y prepare una exposición lo más creativa posible
(Grupos de 3 estudiantes).
1. ¿Tiene sentido la vida?
2. ¿Ser responsable, ayuda a dar sentido a mi vida?
3. El S. V., está determinado
por la calidad de mis relaciones con la realidad y las personas que me rodean.
4. ¿En qué sentido la creatividad le da sentido a mi vida?
5. El vacío existencial es una de las
enfermedades más graves de los hombres y mujeres de este siglo.
Para esto
tengamos en cuenta:
- Duración de la exposición: 10
minutos.
- Uso de recursos audiovisuales
(preparar con anticipación si los vamos a utilizar)
- Se realizará dentro del mismo espacio (salón
o aula multi activa, según se defina).
- Elaboramos una presentación
escrita para que sea nuestra evidencia ante el profesor.
RELIGION 9° - LECTURA: ¿QUÉ ES LA MORAL CRISTIANA?
LECTURA:
¿QUÉ ES LA MORAL CRISTIANA?
La Moral es
la ciencia teológica, o parte de la Teología, que estudia la bondad o malicia
de los actos y actitudes humanos a la luz de la fe. Se diferencia de la Etica,
que es una rama de la Filosofía, la cual estudia el mismo objeto desde la
perspectiva de la razón. Estudiar los actos humanos es no sólo analizar las
acciones externas, sino explorar también las intenciones y las actitudes que
los originan. Es descubrir la libertad con la que actúa la voluntad de la que
proceden. Es explorar las circunstancias que los rodean. Es examinar la
conciencia que los consiente o promociona. Es comparar su contenido con las
normas o leyes divinas y humanas a las que se ajustan o de las que se separan.
Evangelio y
Moral: La base de la moral cristiana es la revelación llevada a la plenitud
por Jesucristo, Dios encarnado. Es su palabra y su persona las que hacen
entender la moral. El mismo se proclama "Camino, Verdad y Vida" (Jn.
14. 6) y en sus enseñanzas se apoya la conducta del seguidor del Evangelio. En
consecuencia, sólo desde la fe y desde la imitación de Cristo, y la atención a
sus consignas, se puede definir y entender la moral cristiana.
Revelación
del Padre: Las actitudes, las preferencias y los sistemas morales son muchos.
Todos coinciden en la preocupación por diferenciar el bien del mal y en el
deseo de marcar a los hombres el camino mejor para conseguir la rectitud en el
obrar. Pero los criterios y las preferencias son diferentes y, a veces,
opuestos del todo, sin que sea fácil discernir cuáles son los mejores. La moral
cristiana no se reduce a ser uno más de los sistemas morales existentes. Se
presenta ante todo como el estilo de vida que se apoya en la Palabra de Dios:
en la que comunicó a los hombres en el Sinaí (Antiguo Testamento); y en la que
llegó a la plenitud con la predicación terrena de Jesús (Nueva Alianza).
La moral
cristiana no es sólo un conjunto de normas. Más bien es el modo de vivir en
conformidad con las enseñanzas de Jesús, el Hijo de Dios. La conciencia es la
fuerza motriz de la moral. Y la conciencia, iluminada por la fe, por la Palabra
de Dios, es el alma de la moral cristiana. Esta moral no se detiene en el
Antiguo Testamento, pero tampoco lo ignora. El mismo Jesús proclamó que no
había venido a destruir la Ley de Moisés: "No penséis que he venido a
destruir la Ley de Moisés y las enseñanzas de los Profetas. No he venido a
destruirlas, sino a darlas su verdadero significado. Antes pasará el cielo y la
tierra que deje de cumplirse una jota o acento de ellas." (Mt. 5. 17-18)
La voz que
tenemos en nuestro interior nos dice lo que es bueno y lo que es malo. Pero
cuando se ilumina por las enseñanzas de Jesús, se vuelve más exigente y
desconcertantemente benévola: manda perdonar a los enemigos, ofrecer la otra
mejilla, hacer bien a los que se portan mal. La conciencia cristiana debe ser
educada a luz de esas demandas, pues no realizaría su función iluminadora si
sólo se apoyara en postulados naturales o sociales.
La moral de
la Iglesia, más allá de los avatares históricos (guerras,
pena de muerte, propiedad) o de las sensibilidades diversas provocadas por
variaciones geográficas (sentido de la familia, valoración de la mujer, limosna
y justicia) tiene el fundamento en la Revelación progresiva de Dios, desde la
primitiva depositada en el pueblo elegido de Israel, hasta la plena palabra
divina traída por Jesucristo. Se centra en las virtudes y valores que la misma
naturaleza humana reclama: libertad, dignidad, honradez, sinceridad, justicia,
paz, abnegación, valentía, por una parte. Además añade desinterés, altruismo,
caridad, incluso cuando debe asumir estos valores en grado heroico y en
ocasiones extraordinarias.
Jesús dice más: La moral
evangélica se desarrolla en conformidad con los criterios de Jesús y con las
consignas del Evangelio. Jesús añadió ciertos reclamos al comportamiento humano
que no podríamos entender por solas fuerzas naturales: generosidad y desprecio
de las riquezas, perdón a los enemigos, humildad para ocultar las propias obras
buenas, etc. La Iglesia sigue esas consignas y perfila su moral en normas
precisas que no quedan en meros recuerdos de las exigencias naturales. Añade,
como medio de vivir conforme al estilo de Jesús, criterios generosos y audaces.
Es aleccionador el mensaje que encontramos en el Evangelio de Mateo:
"Habéis oído que se os dijo... Yo os digo más: Se os dijo: no matarás. Yo os digo más: el que mira mal a su hermano,
es condenado... (Mt. 5. 21-48). Con la luz de estas superaciones, es como
encontramos el sentido verdadero de la moral cristiana, la de la nueva Ley, que
es más exigente y es diferente de la antigua.
Cristocentrismo:
Ante tantos sistemas morales como existen, el cristiano se pregunta si
su moral no es uno más de ellos. ¿Cuál es el rasgo que define la moral
cristiana? Esta es una pregunta clave; de su respuesta depende en gran manera
la actitud moral del creyente. Es preguntarse si bastan los sentimientos, la
razón, la intuición, la opinión de la mayoría o las demandas del cuerpo, para
decidir si algo es bueno o malo. La moral cristiana sitúa a Jesucristo como
centro de todo juicio moral. Para clarificar lo que es evangélicamente bueno o
malo, es preciso dilucidar tres cuestiones básicas:
¿Cuál es la verdadera enseñanza de Jesús
respecto a la conducta humana? ¿Cómo habla Jesús de las intenciones y de las
actitudes humanas? ¿Qué postura adopta Jesús ante la ley y ante la comunidad?
Un torrente
de hechos significativos hacen posible hallar respuestas son decisivas a tales
demandas. Jesús valora las acciones, no sólo las palabras: "No el que dice
Señor, Señor, entra en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad
de mi Padre". (Mt. 7. 21). Jesús resalta la importancia del corazón y de
sus designios: "Del interior del corazón es de donde salen los malos
pensamientos: adulterios, hurtos, homicidios..."(Mt. 15.19). Jesús inicia
una nueva ley, la del amor (Jn. 15.12), y proclama una nueva autoridad que no
es la del templo, sino "la del Espíritu y la verdad". (Jn. 4.23). Estos
y otros similares planteamientos hace a los cristianos juzgar con frecuencia
los actos y las intenciones por encima de la razón. No se quedan en los hechos,
para no caer en el pragmatismo; y no se limitan a las propias opiniones para no
incurrir en el subjetivismo.
Enseñanza de
Jesús: Lo más desconcertante de la moral que Jesús ofrece, según el
testimonio de los evangelistas, es la novedad de sus enseñanzas
comprometedoras. Las gentes decían al oírle: "Jamás nadie ha hablado como
este hombre habla... Es un nuevo modo de enseñar. ¿De dónde le viene a este la
doctrina?" (Jn 7. 46; Mc. 1. 27; Lc. 4.31). Sus mensajes morales pedían lo
más difícil a los seguidores: (Lc 6. 28;
Mt. 5.44), (Jn. 23. 36), (Mt. 7.13). Pero, al mismo tiempo, Jesús
recordaba: (Mt. 11. 30), (Mt. 11. 28). Algunas veces los seguidores de
Jesús pueden atemorizarse ante su doctrina y marcharse de su lado como algunos
de sus primeros discípulos: (Jn. 6. 61). Pero no faltarán los verdaderos
"cristianos" que reconocerán con S. Pedro su postura ante el
interrogante desafiante: (Jn. 6. 67-68).
Por dura que
parezca la orientación moral de Jesús, es el camino de la salvación. Es la
invitación que se esconde en sus reclamos de conversión: (Mc. 1. 15), (Mc. 12.
17), (Lc. 12.33), (Mt. 5. 41), (Mt. 7. 1), (Mt. 7. 12), (Mt. 10. 26).
Moral del
amor: El alma de la moral cristiana es el amor, no la ley. Los grandes
principios cristianos se definen por la disposición a amar a Dios y al prójimo,
lo que equivale a mirar al cielo y a la tierra. La escena evangélica del
maestro de la ley que pidió aclarar cuál era el primer mandamiento de la Ley,
refleja con nitidez el sentido de la moral de Jesús: "¿Qué lees en la Ley?... "Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma y con toda tu mente..." Y yo te digo: "El segundo
es semejante a éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". De estos dos mandamientos depende toda la Ley
y los Profetas. (Lc. 10. 25-29; Mt. 35-39)
Bien
entendido, este doble precepto de la ley es el eje de la moral de Jesús y es la
luz que alumbra al cristiano. Esa actitud de amor a Dios lleva a cumplir sus
preceptos del Sinaí. Y ese amor al prójimo lleva a cumplir el "único
mandamiento" de la Nueva Ley: "Un sólo mandamiento os doy: que os
améis los unos a los otros como yo os he amado." (Jn. 13.34). Tal actitud
se prolonga en la enseñanza de la Iglesia por todo el mundo a lo largo de los
siglos. Es lo que separa el cristianismo del judaísmo o de otras religiones.
Objeto de la
Moral: El objeto formal y básico de la moral es la vida entera a la luz de lo
que Dios reveló progresiva a lo largo de la Historia de la salvación. El hombre
libre, ser inteligente que responde desde la fe a de Dios, es el sujeto de esa
moral y promueve su propio modo de entender la vida y la conducta en la tierra. Ese
objeto encarnado en ese sujeto se expresa y hace presente en diversos aspectos:
los actos libres e inteligentes, las intenciones que los rigen, la
responsabilidad de la conciencia de quien los ejecuta, las normas o leyes a las
que se ajustan, las circunstancias que alteran esa responsabilidad.
La
conciencia: El primer
centro de atención moral no son las acciones en sí mismas, sino la conciencia
que las rige moralmente: sus vínculos con la voluntad que hace posible el
querer con libertad y sus luces en la inteligencia para discernir lo bueno de
lo malo. La primera exigencia fundamental de la moral cristiana es escuchar la
conciencia, como capacidad de opción y discernimiento y en cuanto actúa
ilustrada por las consignas de Jesús. Nada hay más importante para el hombre
recto que su conciencia libre. Ella es el reflejo de Dios en su mundo interior
y en su acción exterior. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza: libre,
inteligente, capaz de elegir: "Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra
imagen y semejanza... Y los hizo varón y mujer." (Gn. 1. 26-28). Esta
semejanza con Dios significa que es capaz de pensar y de amar, que es libre y
también creador, pues hace cosas en la tierra que Dios le encargó de cultivar y
cuidar. Si le hizo capaz de amar y pensar, de ser libre y de actuar, le hizo
responsable ante El y ante los hombres. El poder de elegir entre el bien y el
mal es el eje de esa liberad de elección.
El Catecismo
de la Iglesia Católica dice: "La conciencia es el juicio de la razón por
el que la persona humana reconoce la calidad moral de un acto concreto que
piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace el hombre
está obligado a seguir fielmente lo que su conciencia le dice que es justo y
recto". (Nº 1778)
Los actos
humanos: Son los realizados con libertad y con responsabilidad. Los actos
propios y los ajenos se valoran según el criterio moral que predomina en la
mente del agente. En la moral cristiana existe, además de la razón, el elemento
de referencia del Evangelio. No basta el análisis de las acciones externas,
sino que se exploran las intenciones y las actitudes. Las intenciones hacen los
actos más o menos personales. Las actitudes, libremente consentidas o
promovidas, hacen a los actos más interiores. Ningún sistema moral da tanta
importancia a esa efectiva vida interior como lo hace la moral cristiana, pues
ninguno tiene tanta referencia a la persona, a su intimidad, a la libertad, a
la voluntad, al poder de su inteligencia operativa. Los actos humanos y cuantos
aspectos, impulsos, rasgos y condiciones los rodean, se configuran como el otro
elemento central sobre el que versa la moralidad cristiana.
Normas y
leyes: Son las consignas grabadas en nuestra misma naturaleza y las que
comunica quien ejerce la autoridad. Los sistemas morales se enfrentan con la
realidad de la ley y de la norma. En moral se requiere clarificar la relación
entre norma y acto, entre ley y comportamiento, pero en referencia a la
conciencia. Si esa referencia se anula o atrofia, los actos se quedan en el
terreno del Derecho y de la Jurisprudencia. En cuanto dependen de la voluntad
libre entran de lleno en la Moral. Si la ley es justa, y lo es cuando proviene
de Dios a través de la autoridad, la Moral reclama la acomodación de las
acciones a sus demandas. Son morales las obras que se ajustan a ella. Fallan en
la moralidad las que se apartan. Si la ley no es justa, no es más que un remedo
de ley. No puede convertirse en referencia de la moral. Incluso es inmoral
ajustar el comportamiento a ella, si es abusiva, opresiva, deformada o
desorientadora. La ley se convierte en elemento de referencia y objeto de la
moral cristiana, en cuanto resulta eco de la Ley suprema, que es el mismo Dios,
y de lo que directamente emana de su Revelación.
Rasgos de la
moral cristiana: Con esta perspectiva se pueden definir los rasgos
de la "moral cristiana", nacida de la voluntad divina expresada en el
Evangelio. Es moral heterónoma, que se muestra como eco del mensaje de Cristo y
mueve a los hombres a vivir con gozo la voluntad de Dios. Con la fe en esta
cercanía divina, el cristiano posee una moral que es fuente de vida espiritual.
Es una moral personal, al mismo tiempo que objetiva. Trata de iluminar la
conciencia de cada uno, teniendo en cuenta su dignidad, no su actividad. Y es
social, pues lo que hacen los demás influye en los comportamientos propio; y lo
que uno hace transciende a los demás de alguna manera. Es una moral abierta,
en la que queda claro que el mensaje de
Jesús es orientador y no manipulador de los comportamientos. Es moral de libertad
y no de coacción.
Es moral de
opciones y las debilidades de cada persona se valoran en función de la
conciencia y no de la norma en sí misma o de los efectos de las acciones. Por
eso se aprecian las circunstancias, se miran las intenciones, se aceptan las
rectificaciones, se ofrece siempre el perdón, si surge el arrepentimiento y el
propósito de la mejora o del cambio de vida. Es una moral con resonancias eclesiales y
convivenciales, pues los cristianos forman una Comunidad de vida, en la
que todos los miembros participan de la misma gracia de Dios. Cada obra buena o
mala repercute en los demás. No se valoran los hechos morales sólo por el
beneficio o perjuicio individual; se tiene en cuenta también la dimensión
eclesial, que en el Evangelio es básica. Es una moral objetiva, que no depende
de los gustos cambiantes de los hombres o de los usos y modas. Existen los
aspectos solidarios, los méritos y los deméritos compartidos, pero rige la
responsabilidad personal e intransferible como condición de la convivencia. Es
una moral dinámica, viva, flexible, no relativista y subjetiva, pero capaz
de acomodarse a las personas y las circunstancias. Se adapta, en lo secundario,
a los cambios culturales, aunque en lo fundamental sigue idéntica a lo que
Jesús enseñó.
Quien tiene
la dicha de formarse y orientar su vida en esa moral, sabe que camina
seguramente hacia Dios y hacia su salvación. Quien se descarría y constituye
como ideal de su vida el goce y el placer, el dominio y la arrogancia, el
tener, el poder y el brillar ante el mundo, no puede entender la supremacía de
la moral cristiana. Todos estos rasgos no están en contradicción con la
exigencia, la sinceridad, la transparencia y la fidelidad. Jesús mismo lo
recordaba: "Entrad por la puerta estrecha, que la puerta que conduce a la
perdición es ancha y el camino fácil y son muchos los que pasan por ellos. Sin
embargo, la puerta por donde se va a la vida eterna es estrecha y el camino
difícil, y son pocos los que lo encuentran". (Mt. 7. 13-14)
Fuentes de
la moral cristiana: Las fuentes de inspiración de la moral cristiana
son los manantiales o los fundamentos que hay que preferir para juzgar el bien
y el mal desde lo esencial. La Ley de Dios, la Ley de Jesús, y
la Ley de la Iglesia, son la misma Ley o voluntad divina. Dios habló desde el
principio señalando un camino (Antigua Alianza). En la plenitud de los tiempos
envío a su Hijo y culminó con El la Nueva alianza. Y también sus seguidores
siguieron proclamando esa Alianza y dando cauces a los seguidores de Jesús para
vivir conforme a ella. Es lo que solemos llamar Ley de la Iglesia. En el fondo
son la misma y única Ley, pues son la expresión del plan salvador de Dios.
Además de
esa Ley como fundamento, y en conformidad con ella, hemos de aludir a los otros
fundamentos de toda la vida moral: La Autoridad de la Iglesia o Jerarquía,
que ejerce el Magisterio por medio de los Sucesores de los Apóstoles. Ella
tiene la misión de interpretar autorizadamente la enseñanza de Jesús y ella es
la que "ata y desata en la tierra, quedando todo atado o desatado en el
cielo." (Mt. 16.19). En la Tradición de la Iglesia, la
cual ha ido acumulando el sentir de todos los hombres creyentes que han vivido
su fe en la Comunidad cristiana, se halla el refrendo de la Autoridad. Pudieron
equivocarse muchos miembros de la Iglesia, incluso desde la plataforma de la
autoridad. Pero la Iglesia nunca erró como tal, pues tuvo la protección divina,
tal como él mismo Fundador se lo había prometido.
La tarea de
la conciencia de las personas cristianas más entregadas a las tareas del Reino
divino (santos, confesores, mártires, misioneros, contemplativos) adquiere un
valor singular a la hora de discernir el bien y el mal. Y no menos importancia
tiene también para cada caso moral y en cada situación ética, la conciencia del
hombre honrado que busca sinceramente el bien y tiene que optar en situaciones
difíciles, o debe apoyar a personalidades menos ilustradas que la suya.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y
Pedagogía Religiosa, Editorial
Bruño, Lima, Perú 2006
ACTIVIDAD
1. Tomar nota de las ideas
principales y hacer un mapa conceptual.
2. Teniendo en
cuenta las citas bíblicas (Mt. 5,21-48; Lc. 6,28; 10,25-29; Mc. 1,15 y Jn.
13,34), elaboramos un collage (en grupos de 3 y en clase).
3. Preparo una
exposición acerca del tema de la manera más creativa que se me ocurra (grupos
de 3 estudiantes). Para esto tengamos en cuenta:
- Duración de la exposición: 10
minutos.
- Uso de recursos audiovisuales
(preparar con anticipación si los vamos a utilizar)
- Se realizará dentro del mismo espacio (salón
o aula multi activa, según se defina).
- Elaboramos una presentación
escrita para que sea nuestra evidencia ante el profesor.
RELIGION 8° - LECTURA: COMUNIDAD CRISTIANA
LECTURA:
COMUNIDAD CRISTIANA
Comunidad: Reunión de
personas con intención de poner en común los bienes, los ideales y los sistemas
de vida. Si no hay intención de comunicación y espíritu de comunión (entrega y
unidad) no hay comunicación, sino simplemente agrupación y conjunto. La
comunidad no deber entendida sólo como una sociedad, una corporación
determinada por una circunstancia (vivienda, trabajo, diversión), en la cual el
factor conglomerante es la norma y los vínculos consensuados.
Esa
dimensión social va desde la horda a la banda, pero sin llega a la intimidad y
a la compenetración La horda
(muchedumbre, multitud, tropa, chusma, masa, gentío) se caracteriza por ser
conjunción de seres humanos unidos por azar o necesidad, sin conocimientos ni
afectos mutuos y de forma ocasional y superficial. La banda se caracteriza por
la restricción en función de objetivos predeterminados (musical, criminal) y
supone limitación de número, objetivos rectores claros, reparto de roles,
eficacia de resultados.
La comunidad
es mucho más que horda, grupo, banda, tropel, más que sociedad, compañía y
corporación. Es unión de personal libres, que comparten vida y objetivos, que
implica conocimiento e intimidad, que exige entrega y renuncia a beneficios,
que se abre a la fecundidad con nuevos miembros a los que se ayuda a nacer,
crecer, madurar y ser capaces de acciones fecundas y vitales. Decir que la
Iglesia es una comunidad de fe, implica todo lo que se dice de la idea general
de la comunidad; pero es añadir que Dios es el que convoca a ella de forma
gratuita y que la respuesta de cada miembro es la que hace a esa comunidad viva
y actuante en el mundo.
COMUNIDAD
ECLESIAL
Miembros de
la comunión eclesial: Toda comunidad eclesial tiene la característica
de ser un conjunto de creyentes en Cristo que se encuentran o que conviven
familiarmente para vivir el bautismo y sus consecuencias, según la vocación de
cada uno y según los objetivos más concretos del grupo. En toda comunidad
eclesial se debe reflejar la comunión de la Iglesia entera, especialmente
cuando se trate de la Iglesia particular o local. Cada creyente y toda la
comunidad crece por el amor, en un itinerario que es configuración con Cristo
"Abrazados a la verdad, en todo crezcamos en la caridad, llegándonos a
aquel que es nuestra cabeza, Cristo" (Ef 4,15).
Por ser
comunidad que vive la "unidad del Espíritu", refleja la realidad de
"un solo cuerpo" (Ef 4,3-6). Las gracias recibidas por cada uno son
para compartir, puesto que se dan "según la medida de la donación de
Cristo" (Ef 4,7), "para edificar el cuerpo de Cristo" (Ef 4,12).
"Todos, miembros los unos de los otros, deben ayudarse mutuamente según la
variedad de dones que se les hayan conferido" (GS 32).
Cristo en
medio, bajo signos eclesiales: Cristo está "en medio" de quienes se
reúnen "en su nombre" (Mt 18,20). La comunidad es esencialmente
"comunión" de quienes han sido llamados a convertirse en
"familiares de Dios", a modo de edificio espiritual, cuyos
"fundamentos son los Apóstoles" y cuya "piedra angular es
Jesucristo" (Ef 2,19-20). Toda comunidad eclesial está en comunión con el
sucesor de Pedro que "preside la caridad universal" (San Ignacio de
Antioquía). Entonces la comunidad eclesial es "espacio teologal en el que
se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado (cfr. Mt
18,20)" (VC 42).
Toda
comunidad eclesial se construye con la predicación de la Palabra como
continuación de la predicación apostólica, con la celebración eucarística como
sacramento de unidad y con la solidaridad de compartir los bienes como signo de
fraternidad (cfr. Hech 2,42-47). Para ser auténticamente Iglesia y no secta,
"cada comunidad debe vivir unida a la Iglesia particular y universal"
(RMi 51). La Palabra contemplada y celebrada unifica la comunidad haciéndola transparencia
del evangelio; la celebración de los misterios de Cristo (especialmente en la
Eucaristía) unifica la comunidad haciéndola oblación con Cristo; el mandato del
amor, expresado en servicios o ministerios, hace a la comunidad transparencia
de la misma persona de Jesús que "pasó haciendo el bien" (Hech
10,38). Entonces la acción del Espíritu Santo unifica el corazón para hacerse
donación a los hermanos y misión universal.
Itinerario
misionero de la comunión: La comunidad realiza un itinerario de comunión
que se inspira en la vida trinitaria de Dios Amor. La comunidad queda renovada
por la comunión de Dios Amor y, por tanto, capacitada para construir la
comunión en todos los corazones y en toda la humanidad. Este es el saludo
trinitario y misionero del inicio de la celebración eucarística "La gracia
de Nuestro Señor Jesucristo, la caridad de Dios y la comunión del Espíritu
Santo sean con todos vosotros" (2Cor 13,13).
La
"comunión" ("koinonía") indica vivir y compartir. Por esto
tiene relación con el compartir el cuerpo y sangre de Cristo (1Cor 10,16). Se
comparten todos los bienes recibidos de Dios (vida de fe, vida en Cristo, dones
del Espíritu), como quienes forman "un solo corazón y una sola alma"
(Hech 4,32). Por la comunión vivida en la comunidad, la Iglesia se presenta
como el "sacramento visible de la unidad" (LG 9), es decir, como
"signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el
género humano", hasta llegar a "la unidad completa" (LG 1). Cuando
la comunidad vive su realidad de comunión, se convierte en escuela de misión
para todos sus componentes. Es ya "un hecho evangelizador" (Puebla
663). "El amor es y sigue siendo la
fuerza de la misión" (RMi 60).
COMUNIDAD
EN LA BIBLIA
La comunidad
de Jerusalén: Los Hechos nos presentan la formación de la
primera comunidad: «Perseveraban unánimes en la oración' ( 1, 14). La fe es
para la comunidad de Jerusalén la respuesta a una triple revelación: pascual, evangélica, de la Escritura. Pascual.- La comunidad toma conciencia de
que Jesús, el resucitado, está a la derecha de Dios, en comunión de naturaleza
y de atributos con el Padre (Hch 7,56) Evangélica.
A la luz de la manifestación gloriosa de Jesús, reconsidera toda su vida como
preludio de la revelación pascual (Hch 4, l 0-12; 5,30-31; 3,13). La Escritura y los dichos de Jesús les
sirven para atestiguar que él es verdaderamente el Mesías. La comunidad siente
presente a Cristo cuando invoca su nombre (Hch 9,14-21) bajo la guía de los
apóstoles, que lo hacen vivo, palpitante, presente. La comunidad de Jerusalén
ha representado siempre el punto de comparación para la vida asociada dentro de
la Iglesia.
La
«koinonía" es la dimensión fundamental de la comunidad: La comunidad
primitiva sabe que ella es la "nueva comunidad, del antiguo Israel. Toda
la vida de la comunidad se desarrolla en torno a Cristo presente en la
comunidad, incluso después de la Ascensión, a través de los apóstoles: «y
seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los
confines de la tierra' (Hch 1, 81).
a) Comunidad que escucha y vive la Palabra de Dios: Es una
vida en continua tensión escatológica. Cada uno de los miembros de la comunidad
tiene su lugar y su misión específica (Mc l 0, 45. Lc. 12,37; Rom 15,8). La
única cualificación que se exige de los miembros de la comunidad es una
voluntad de servicio que tiene como raíz y como término el amor (Jn 13,1 -7. l
Pe l ,22; 2,17; 3,8; 4,8), El tema de fondo de la comunidad es la koinonía (Mt 7,
21. l Jn 3,8: Sant 2,14. 1,22).
b) Comunidad que cree: La vida
cristiana de la comunidad es una vida nueva. «Todos los creyentes vivían unidos
y lo tenían todo en común' (Hch 2, 44). « Una multitud de hombres y mujeres se
incorporó al número de los que creían en Jesús' (Hch 5,14). La koinonía de la
comunidad está animada por un aspecto cada vez más creativo. «El grupo de los
creyentes y nadie pensaban y sentían lo mismo, consideraba como propio nada de
lo que poseía, sino que tenían en común todas las cosas" (Hch 4,32).
c) Comunidad que ora: No es el
individuo el que ora; es la comunidad de los hermanos la que, consciente
de su propia
comunión con Cristo presente y con los hermanos, se hace comunidad de oración.
ACTIVIDAD
1. Tomo nota de las
ideas principales de la lectura y realizo un mapa conceptual.
2. Solucionar la
siguiente sopa de letras.
H A H J C E K N S H T I Z P W V C N O L N K I L P
N M N B H B O E P
S S U P L S H U O C A O L J A S
V U V E E P L Z F
O R P A L O V B I I I I X V I E
X Q M A R O G K I
H H X U A Z M P C J S N Z R C M
I H M E T G Z R J
T Z L C P X U E A P E U K S O B
A H U S A J L W W
M O O X C P Y S R M L M L Q S E
P C O C T Z P O Q
M L I W N S S L O R C O Q D A W
S P B O W P A U D
Y R W L U B F D T F E C V A G P
A L D M S F L Q S W Q G N T I L I H E R R I H T T
D W E P K A A Z R
D J N J F A I O G D V L H E U J
R P G A A W B P M X A X A P I R Z A K I T N I E G
O P U R G G R Z Z C I D C I D W B A M S E Z R X F
N Q D T D E A S Y
X Q J I A S E Z A I W H U E Q Q
I F D I J N D P G O V Q V N C E F R T G S I L G U
F O U R X V E E V E Y G D T I I L B L A M I S S I
D S V A M G D Z H C X A N M M R F G L N B G R X O
T C A L I Z I L M
Y D Z C O S Y T E I O L K A B C
M W N D E M O A Z
I Z F Y B N Q N X Q N P L A T A
W A H G M C S Q N Q U V S V C S B B T A Q B V N A
O R K I B V O U O
V B V A A M O R G O H E M H G H
O U P W R H S Q C
R I S T O F O Q S D S P Q X Y L
R J B U O R P F J
H A E C O M U N I D A D S P C E
E F L U S U O H G
N E A S Q O X X N S E G O X A U
Y W I S X C M P E
R O H V Z J Y X X H F Y G B X H
I S N U X C N U G
G K G T L I J K O I N O N I A E
AMOR APOSTOLES COMPARTIR COMUNIDAD COMUNION CRISTO CUERPO ECLESIAL FAMILIA FE GRUPO HORDA IGLESIA JERUSALEN KOINONIA MIEMBROS ORACION PALABRA DE DIOS SOCIAL TRINIDAD UNIDAD
2.
Con las palabras encontradas en la Sopa de Letras, elaboro una historia que
tenga como título “Soy parte de la Iglesia”.
3.
A partir de los textos bíblicos (Ef. 4,15; Mt. 18,20; sant. 2,14-17; Hch.
2,14-17;2,42-47), elaborar un collage (grupos de 3).
4. Preparar una exposición acerca
del tema de la manera más creativa que se les ocurra (grupos de 3 estudiantes).
Para esto tengamos en cuenta:
- Duración de la exposición: 10
minutos.
- Uso de recursos audiovisuales
(preparar con anticipación si los vamos a utilizar)
- Se realizará dentro del mismo espacio (salón
o aula multi activa, según se defina).
- Elaboramos una presentación
escrita para que sea nuestra evidencia ante el profesor.
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