TALLER
No. 1
LA
CONCIENCIA
Todo ser humano en su relación
con los demás, se enriquece y enriquece a los otros con su capacidad de
comunicación hecha en un marco de respeto y sinceridad. Dentro de las
dimensiones del hombre y de la mujer, hay una de gran significación e
importancia para nosotros: la trascendente. El mundo moderno está dando una
importancia fundamental al sentido de la responsabilidad. Estamos pasando de un
modo de existir rígidamente estructurado a base de tenciones sociales, hacia
una nueva manera de enfrentarnos con la existencia, de resolver los
interrogantes más profundos del hombre, de una nueva concepción de entender lo
que es la conciencia.
Vamos ahora a leer los
siguientes refranes:
Busca
los mejores bienes, que dentro de ti los tienes
Cuida
más tu conciencia que tu inteligencia
Ma
buena conciencia es madre de las obras buenas
La
mejor almohada es la conciencia sana
Más
vale conciencia que ciencia
No
engendra conciencia quien no tiene vergüenza
Plata
es la ciencia y oro la conciencia
Una
buena conciencia es una continua fiesta
Vuelve a leer los refranes y trata de
identificarte con uno de ellos
¿Por qué te hace gracia el refrán o el
proverbio? ¿Por qué te llama la atención?
Trata de buscar el refrán o proverbio que
está en la raíz de la mentalidad de la sociedad y cuáles son los impactos en la
juventud.
Conciencia y conciencia moral: Con la palabra
conciencia entra en el lenguaje un término que, en general, goza hoy de gran
estima y es considerado uno de los conceptos clave del ethos actual. En una
sociedad pluralista y, en parte, secularizada como la nuestra, constituye un
tema siempre recurrente en la mayoría de las ramas del saber, un fenómeno que
no puede ser soslayado ni siquiera por las teorías que reducen o rechazan la
responsabilidad individual de la persona. No obstante, frente a quienes la
exaltan como el máximo exponente de la autonomía moral y del carácter
inviolable de los derechos humanos, otros muchos atribuyen su vigencia y
relevancia al hecho de que funciona como órgano de adaptación, como factor de
manipulación o de simple proceso de socialización. Se trate de ocaso o de
alborada de la conciencia, una cosa es cierta: no existe una terminología
unívoca, ni una definición admitida por todos, ni una opinión unánime sobre lo
que con ella se quiere expresar. Más aún, cabe afirmar que no es Posible
definirla, por tratarse de un concepto que abarca diversos estratos del
psiquismo humano y representa una instancia de difícil interpretación.
Esbozo
histórico
1. La antigüedad grecorromana. Ya los escritos
egipcios hablan de una instancia que tiene su sede en el interior del hombre,
sigue su conducta con mirada crítica y, llegado el caso, le reprende. Serán los
griegos quienes utilizan el término syneidesis (Demócrito), como sinónimo de
saber o entender. En virtud del subsiguiente proceso, la syneidesis se decanta
de saber referido a contenidos morales a facultad espiritual en la que resuena
la voz de Dios; Aristóteles, al subordinarla a la razón, la entiende como una
instancia para conocer los principios morales y aplicarlos a cada caso
particular; los estoicos, a su vez, la identifican con la razón (logos) del
hombre, que es la chispa del logos del mundo. En resumen, el concepto syneidesis
(que Cicerón reproducirá literalmente con la palabra cumscientia) evoluciona
así hacia una noción notablemente marcada por las características de
subjetividad (subjetivismo), interioridad y referencia al mundo lógico-racional
y al mismo tiempo divino.
2. El mundo bíblico: El Antiguo Testamento, al igual que las religiones
antiguas, carece de un vocablo específico, ya que las experiencias relacionadas
con la moralidad suelen expresarse mediante los órganos internos de la persona.
En este sentido, el ->corazón (850 veces en el Antiguo Testamento) es la
sede de los pensamientos y sentimientos, es el centro del itinerario
ético-religioso del pueblo de Dios y de cada uno de sus miembros en el
horizonte de la alianza. La conducta humana tiene su fuente en las decisiones
del corazón, aunque siempre en el seno de la tradición comunitaria. En el
contexto de esta tradición, Pablo (Nuevo Testamento) toma de la filosofía
popular el término syneidesis (aparece 31 veces en los escritos paulinos), y
traduce las enseñanzas bíblicas a las categorías populares del mundo helenista.
Cruce de la tradición grecorromana y la bíblica, Pablo propugna el estatuto de
la conciencia moral antecedente y de la conciencia norma, con el que se
encuentra íntimamente relacionado el discernimiento moral, así como el estatuto
de la conciencia moral subjetiva (cf 1Cor 8-10; Rom 14), despojando así al
razonamiento de la conciencia de cualquier carácter mítico. Para Pablo la
conciencia es una magnitud subjetiva cuyo imperio en el orden moral es la
dependencia ante Dios. Quizás la identificación entre conciencia y fe sea el
rasgo más característico de la intuición paulina.
3. De la patrística a la teología
medieval: La tradición
cristiana mantiene, con las lógicas variaciones y matices, las dimensiones de
la concepción bíblica de la conciencia. A pesar del cada vez más recurrente
influjo del pensamiento platónico y estoico, los Padres de la Iglesia subrayan,
sobre todo, el carácter espiritual de la conciencia en cuanto foco interior del
que irradia toda la actividad ético-religiosa del cristiano que vive según el
Espíritu. Dentro de la concepción global y unitaria que ofrece, la tradición
occidental acentúa, a partir de Agustín, su carácter moral. Desde el siglo V se
produjo en el mundo occidental un grave eclipse de la conciencia y durante el
milenio siguiente no afloró una teoría o una doctrina sobre el particular. Ni
siquiera la escolástica juzgó necesario, en un primer momento, dedicar al tema
un estudio detallado.
4. Los tiempos modernos: El tema de la conciencia pasa a ocupar un puesto
importante en el corazón mismo del proceso histórico que desemboca en el
divorcio entre Iglesia y mundo moderno. Paradójicamente es en este período
cuando se reivindicará la identidad y derechos de la conciencia por monarcas y
obispos, por filósofos y teólogos, por ciudadanos de a pie y por científicos,
por herejes y por ortodoxos. La cosa empezó con Martín Lutero, que rechazó la
doctrina escolástica tradicional sobre la conciencia por considerarla poco
religiosa y poco realista. La situación perdurará hasta el siglo XX: la
imperante moral casuística cae en un estéril legalismo; la grandiosa tradición
bíblico-teológica es asumida y secularizada por el pensamiento profano, y la
serie de acontecimientos que caracterizan estos siglos (->humanismo,
descubrimientos, persecución de herejes y disidentes, conjuro de la
personalidad, individualismo...) exacerban el interés por la conciencia que,
despojada de todo anclaje teológico, emerge como la autoridad por antonomasia y
es declarada radicalmente autónoma y libre.
El hombre moderno, pues, otorga una
importancia decisiva a la conciencia y la vivencia como una interpretación que
se hace a sí mismo desde el propio yo.
Volviendo a la paradoja, está muy arraigada la sospecha de que la refundación y
alta estima de la conciencia nace de una insubordinación religiosa y de un
prometeico alucinado; pero en realidad surge en el contexto de una antropología
pesimista y de una moral desencantada. En un primer momento, el iluminismo
francés y el idealismo alemán la exaltan como buena y fuera de toda sospecha
(Rousseau, Kant, Fichte); pero muy pronto muchos pensadores muestran sus
recelos acerca de su fiabilidad (Schopenhauer), la consideran una instancia
insegura, a la que es preciso orientar según criterios objetivos sistematizados
en el Estado (Hegel), o simplemente un fenómeno propio de almas enfermas
(Nietzsche). En resumen, debido a los excesos de la revolución francesa y a los
horrorosos crímenes perpetrados en nombre de la conciencia, durante los dos
últimos siglos, se mantiene vivo el fuego cruzado de interrogantes, acusaciones
y posiciones.
M. Moreno
Villa (dir), Diccionario de Pensamiento Contemporáneo,
San Pablo,
Madrid, 1997
Actividad
1. Identifico las palabras desconocidas o de difícil comprensión y busco su
significado en el diccionario.
2. Elaboro un cuadro sinóptico que exprese el desarrollo histórico del
concepto conciencia.
3. ¿Qué papel juega la conciencia en el actuar cotidiano del ser humano?
4. Escribo mi propio concepto de conciencia
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