domingo, 1 de septiembre de 2013

QUE SON LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES



“Los Ejercicios son todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo, como para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos” (Monumenta Ignatiana, v.1, p.113).



Esta es la opinión que -sin ninguna presunción- daba san Ignacio sobre su libro de Ejercicios Espirituales Ignacianos. Por eso, cuando veía a alguna persona que podía hacer mucho bien en la Iglesia, trataba con todo su afán para que hiciese los Ejercicios Espirituales Ignacianos.

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola son una secuencia ordenada de meditaciones y contemplaciones -ejercicios- que surgen de la profunda experiencia espiritual que Ignacio vive a partir de su conversión, con el fin de ayudar al que se ejercita en ellos a descubrir cuál es la voluntad de Dios para su vida.

Los Ejercicios Espirituales Ignacianos se remontan al Cuaderno de notas en el que Ignacio describe sus experiencias espirituales durante su visita a la cuidad de Manresa, donde -como lo escribe en su Autobiografía- le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño (Autobiografía 27).

Ignacio decide escribir este Cuaderno de los Ejercicios Espirituales con el propósito de ayudar a otros, comunicándoles las ideas y sentimientos que a él le habían transformado. Por ello, los concibe y realiza mas bien como una guía dirigida -no tanto al que los experimenta-, sino al que los Predica.

El objetivo de los Ejercicios Espirituales Ignacianos es ayudar al ejercitante ayudar al que los experimenta, a discernir y conocer lo que Dios quiere de él, y a desear y elegir esto.

De modo particular,los Ejercicios Espirituales, son muy útiles para organizar la vida diaria de acuerdo a la Voluntad divina, e incluso a descubrir a qué Vocación Dios me esta llamando, para aquellos que todavía no han decidido.

La experiencia completa de los Ejercicios Espirituales Ignacianos dura aproximadamente 30 días, los cuales se hacen en silencio y bajo la guía del Predicador. Pero es posible adaptar el mes de Ejercicios Espirituales a la situación real de cada ejercitante. De aquí que se puedan hacer versiones reducidas de 5 o hasta 3 días.

jueves, 28 de marzo de 2013

JUEVES SANTO



TRES MOMENTOS IMPORTANTES SE VIVEN EN ESTE DIA:
1. INSTITUCIÓN DEL SACRAMENTO DEL SACERDOCIO
2. INSTITUCIÓN DEL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
3. EL MANDAMIENTO DEL AMOR
Estos momentos se dan durante La Última Cena de Jesús con sus Discípulos.

martes, 26 de marzo de 2013

miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Por qué los Papas cambian de nombre?



















13 de marzo, 2013. (Romereports.com)   El cambio de nombre tiene una explicación teológica fundada en la Biblia. Dios cambiaba de nombre a las personas que asignaba una misión especial, por ejemplo a Abraham. También Jesús a algunos apóstoles como San Pedro o San Pablo les cambió el nombre al asignarles su misión. Se entiende, por tanto, que los Papas cambien de nombre cuando son elegidos para ser sucesores de San Pedro. 

La elección del nombre es una decisión muy personal que puede estar motivada por diferentes factores. Uno de ellos es la cercanía afectiva. Es frecuente que tomen el nombre de alguno de sus predecesores cercanos. Juan Pablo I quiso unir los nombres de Juan XXIII y de Pablo VI. Juan Pablo II dio continuidad a su predecesor.  Benedicto XVI, tomó como referencia a Benedicto XV el Papa que tuvo que mediar en la Primera Guerra Mundial.


Sobre el nombre que escogió, el Papa, el Padre Lombardi dijo: “la elección del nombre Francisco es muy significativa- Es un nombre que nunca antes había sido elegido y evoca sencillez, testimonio evangélico. Ambas cosas las atestigua su primera y sencilla aparición en público”. “Es una señal de gran espiritualidad pedir la bendición del pueblo para él, antes de dar la suya; una espiritualidad que recuerda la de su predecesor”.
“Hay que notar, además su sentido pastoral de relación con la diócesis de Roma, que es la diócesis del Papa y la elección de rezar las oraciones más sencillas de la Iglesia en un momento como éste con el Pueblo de Dios”, remarcó.


GRACIAS SEÑOR POR EL PAPA FRANCISCO



Cardenal Jorge Mario Bergoglio - Papa Francisco
Dios lo bendiga y le ilumine para guiar a la Iglesia Católica
Unidos en Oración

lunes, 11 de marzo de 2013

BLOG DE ENCUENTROS CON CRISTO

                                                              

QUERIDAS ESTUDIANTES:
A TRAVÉS DEL BLOG http://miencuentroconcristo2013.blogspot.com/ VAMOS A ENRIQUECER NUESTRA EXPERIENCIA DE ENCUENTROS CON CRISTO.





INICIAMOS EL PASADO JUEVES 7 DE MARZO CON LA PROMOCIÓN DE ORO (GRADO ONCE).
ESTE JUEVES 14, LA OPORTUNIDAD ES PARA DÉCIMO A.

RECORDEMOS QUE EL ENCUENTRO CON CRISTO ES TODOS LOS DÍAS Y A CADA MOMENTO.


He aquí un cuento de Rabindranath Tagore

«“Señor, el santo Narottam nunca se digna venir a tu templo real —dijo al Rey su siervo—. Si fueras a la arboleda del camino, verías la gente atropellarse para oírle cantar las alabanzas de Dios, como enjambres de abejas alrededor de un loto blanco. ¡Y el templo, en tanto, esta vacío; sin servicio el dorado tarro de miel!”

El Rey, mortificado en su corazón, se fue al campo donde Narottam oraba sentado en la hierba, y le dijo:
“Padre, ¿por qué te sientas en el polvo del campo para predicar el amor de Dios, y no vas al templo de la cúpula de oro?”
 “Porque Dios no está en tu templo”, respondió Narottam.
El Rey, ceñudo, dijo: “No sabes que se gastaron veinte millones de oro en levantar la maravilla; que fue consagrado con los más costosos ritos?”
 “Sí, contestó Narottam, lo sé. Fue en aquel año en que el fuego devastó tu pueblo, y millares de pobres vinieron en vano a pedir a tu puerta. Decía Dios: ‘Mi­serable ser que no puede dar casa a sus hermanos, y quiere levantar la mía!’ Y se fue con los desvalidos, bajo los árboles del camino. Esa pompa de oro que tú dices no tiene dentro más que el vaho caliente de tu orgullo”.
Lleno de ira, el Rey le gritó: “Vete de mi reino!”. El santo le respondió, tranquilo: “Sí, me destierras a donde desterraste a mi Dios »
(Esta es nuestra Fe - Luis Gonzalez Carvajal)

jueves, 7 de marzo de 2013

RELIGION 10° - LECTURA: EL SENTIDO DE LA VIDA


LECTURA: EL SENTIDO DE LA VIDA

Si queremos otorgar al vocablo sentido todo su alcance, hemos de distinguirlo cuidadosamente del término significado.  Para captar el sentido de una acción basta analizar esta en sí misma. El sentido sólo se nos alumbra cuando tomamos cierta distancia y contemplamos una acción o realidad en su contexto. El sentido presenta una condición relacional. Por ser relacional, el sentido es cambiante; puede incrementarse o amenguarse, adquirir nuevos matices o tornarse más elemental y tosco. Si deseo dominar una realidad, tiendo a rebajarla a condición de objeto, de medio para mis fines interesados, no a verla en toda su complejidad, como un mundo de relaciones.

La mirada contemplativa, respetuosa, colaboradora ve, por ejemplo, el pan y el vino como el fruto de una confluencia múltiple de elementos: campesino, semillas, cepas, tierra, lluvia, viento, sol... El sentido de los términos pan y vino se enriquece al máximo merced a esta forma relacional de ver. El que sólo ve en el pan un medio para saciar el hambre no altera su significado básico, pero amengua la amplitud de su sentido1. La comprensión de los términos fundamentales de las disciplinas que estudian el enigma del ser humano, pende no sólo de nuestro grado de inteligencia y preparación, sino también, y no en último término, de nuestra actitud ante la vida: actitud dominadora y prepotente, o bien respetuosa y solidaria.

I. EL SENTIDO BROTA EN EL PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL: La cuestión del sentido surge con el ser humano. El animal no necesita planteársela. Tiene que desarrollarse, pero su desarrollo está predeterminado con firmeza implacable por la especie. Por eso no puede equivocarse nunca al actuar. Le basta seguir sus instintos para asegurar su pervivencia y la de la especie. El ser humano debe también crecer por ley natural, pero tiene el privilegio de saberlo y de precisar el modo de llevarlo a cabo. El hombre es un ámbito, no un mero objeto, y se desarrolla como persona creando nuevos ámbitos a través del /encuentro. El encuentro es fuente de luz y de sentido. Al encontrarme con otras personas y formar comunidades, siento que configuro mi vida de forma ajustada a las exigencias de mi realidad personal, a lo que ya soy y a lo que estoy llamado a ser.

Esta llamada es mi vocación y misión. Cuando mis opciones fundamentales, mis hábitos y mis actos se orientan hacia el cumplimiento de esta misión y esta vocación, la marcha de mi existencia se realiza en el sentido adecuado, en la dirección justa. En la misma medida tiene sentido. El sentido no es algo que el hombre pueda tener estáticamente, como un objeto; lo adquiere y posee dinámicamente, al entrar en relación creadora con otras realidades.

El ser humano, por bien dotado que esté en cuanto a potencias, no puede ser creativo a solas. Tanto en el nivel biológico como en el espiritual, la fecundidad es siempre dual. Cualquier actividad, aun la más intensa, sólo puede tener sentido cabal si asume activamente ciertas posibilidades que le vienen dadas de fuera. Aprendo un poema de memoria; lo declamo una y otra vez, fraseando de modo distinto, alterando los ritmos, buscando el ajuste perfecto de forma y fondo... Muy pronto sentiré que el poema me pertenece, aun siendo distinto de mí. Dejó de serme distante, externo y extraño para hacérseme íntimo. Ahora ya no me viene dictado de fuera; lo proclama mi voz interior, y yo participo de él creadoramente. Lo configuro al dejarme configurar por él.

II. EL SENTIDO DE LA VIDA Y LA LIBERTAD VERDADERA: Nuestra vida se desarrolla y adquiere, por ello, sentido cuando cumplimos el deber de elegir en virtud del ideal verdadero de nuestra existencia. Ese ideal viene dado por la creación de formas valiosas de unidad con las realidades circundantes. Al elegir de este modo, comenzamos a ser libres, por cuanto tomamos distancia de nuestras apetencias inmediatas, sobrevolamos la situación y optamos en virtud de una realidad distinta de nosotros y sumamente valiosa. Si ese deber que asumimos lo consideramos como algo impuesto desde el exterior, nuestra libertad interior es todavía incipiente: nos liberamos del apego a nuestras apetencias, pero permanecemos sumisos a una instancia externa y ajena.  

Mas, cuando llegamos a amar ese ideal, lo interiorizamos de tal forma que lo sentimos como una exigencia interior. Con ello, nuestra elección a favor del ideal gana espontaneidad y la libertad interior se hace perfecta. Uno se torna transparente al ideal. Este se hace presente en toda nuestra actividad. Tal presencia transfigura nuestro ser y actuar y lo colma de sentido. Nuestra vida tiene pleno sentido cuando no necesita tender hacia el ideal, porque este se ha convertido ya en su más íntima razón de ser y en el impulso de su acción. El ideal juega entonces la función de valor supremo, el que aúna dinámicamente todos los demás como una clave de bóveda.

III. EL SENTIDO Y LA RESPONSABILIDAD: El sentido de nuestra vida brota cuando somos responsables, en el doble sentido de que respondemos al valor que polariza todos los demás y respondemos de los frutos de tal respuesta. Esta recepción activa del valor es una actividad creativa. Y toda forma de creatividad es dual, implica al menos la colaboración de dos realidades. Por eso, exige una actitud de apertura desinteresada. Si atiendo en exclusiva a mis intereses, me bloqueo en mí mismo, no me abro, ciego las fuentes de la creatividad y del sentido. De ahí que, si quiero descubrir el sentido de mi existencia en un momento determinado, no debo preguntar qué partido le puedo sacar a la vida, sino qué solicita de mí la vida en esa circunstancia.

Si alguien espera algo de mí y yo satisfago sus deseos, mi vida se carga de sentido, pues se ha orientado hacia el verdadero ideal; se ha puesto en verdad, ya que se ha movido en el plano de la creatividad y ha cumplido las leyes del crecimiento personal. A la inversa, el que sólo se preocupa de lo que puedan reportarle los seres del entorno, tiende a reducirlos a medios para sus fines, con lo cual los rebaja a condición de objetos y hace inviable la actividad creativa. En consecuencia, vacía su vida de sentido, porque no funda encuentros ni crea nuevos ámbitos de vida; se reduce a manipular objetos. Sitúa su vida en un plano inferior al debido, se aleja de su verdad existencial, agosta su capacidad creadora. Así, el que confunde el /amor personal con el mero erotismo corre peligro de reducir la otra persona a mera fuente de gratificaciones.

Esta vida de relación interesada puede tener un significado intenso, incluso conmovedor, pero carece de sentido, por la razón decisiva de que no sitúa su comportamiento en el plano de la creatividad, sino en el del manejo arbitrario de una realidad gratificante. Esta falta de autenticidad y ajuste a las condiciones del propio ser, se traduce en mengua de sentido. El sentido de la vida humana es acrecentado por la actitud integradora de diversos planos de realidad: por ejemplo, el sensible-corpóreo y el espiritual, el objetivo y el subjetivo. Es amenguado, o incluso anulado del todo, por la actitud reduccionista que se mueve exclusivamente en los niveles más elementales de realidad y actividad. Cuando me dejo llevar por los valores inferiores, que arrastran, y dejo de lado la llamada de los valores superiores, que atraen respetando mi libertad, no actúo de forma integradora, sino unidimensional, infracreadora. No cargo mi vida de sentido; la oriento en una dirección falsa.

IV. EL SENTIDO Y LA ARMONIZACIÓN DE AUTONOMÍA Y HETERONOMÍA: Cuando uno adopta una actitud integradora y se abre al encuentro de realidades vistas como ámbitos, crea con estas un campo de juego común, en el cual las relaciones espaciales aquí-ahí, dentro fuera, interior-exterior, lo propio-lo ajeno... quedan felizmente superadas. En el aspecto físico-corpóreo, dos amigos están el uno fuera del otro, porque dos cuerpos no pueden ocupar el mismo lugar. Pero, en el aspecto lúdico-creador, se hallan en la intimidad de un mismo campo de interacción. Lo que les viene de fuera ya no es necesariamente externo y ajeno; puede serles íntimo. Y el entregarse a ello, o tomarlo como impulso de su obrar, no supone una entrega a lo ajeno, por tanto una alienación o enajenación, que carece de sentido en un ser llamado a regirse autónomamente. Al vivir de modo creativo, el esquema autonomía-heteronomía deja de aparecer como un dilema, para presentarse como un contraste. Soy de verdad autónomo al ser heterónomo. Me guío por criterios propios al asumir activamente criterios de acción fecundos para mi vida y convertirlos en íntimos, sin dejar de ser distintos. Al vivir uno personalmente esta integración de la autonomía y la heteronomía, se siente plenificado, colmado, desbordante de sentido.

Algo semejante cabe decir de la fecundación mutua de la /libertad y las normas. Si acepto de forma pasiva una norma o un precepto, no los convierto en íntimos; siguen siendo externos, extraños y ajenos, y, al dejarme guiar por ellos, me alieno y pierdo mi identidad personal, mi autenticidad. No actúo con la debida autonomía e independencia. Mi vida pierde el carácter personal que le compete. No tiene sentido. Está rebajada de rango, envilecida. No se halla en la verdad, sino en la falsedad. Ahora comprendemos lúcidamente que el sinsentido o absurdo procede siempre de la falta de creatividad, y esta arranca de un error de principio: partir de una voluntad interesada de dominio, reducir los seres del entorno a meros objetos y limitar la actividad al manejo de realidades objetivas o reducidas a objetos.

La Literatura del absurdo supo reflejar con crudeza sobrecogedora la imagen depauperada que ofrece el hombre que ha descendido casi al grado cero de creatividad: en vez de entusiasmo, siente aburrimiento y tedio; en lugar de alegría, experimenta tristeza; en vez de esperanza, abriga desesperación. Su vida aparece totalmente vacía, y, al asomarse a esta oquedad, siente vértigo espiritual, y con él angustia, desesperación, y una desolada soledad. Este vacío angustioso y desesperado supone una falta absoluta de sentido. No sin profunda razón afirman hoy reputados psiquiatras -como V. Frankl y la logoterapia- que el vacío existencial es la causa más frecuente de los desarreglos psíquicos del hombre actual.

V. ¿TIENE SENTIDO LA VIDA? Formulada así, de modo general, esta pregunta no admite una respuesta convincente. El sentido brota merced a la actividad creativa, y los seres humanos sólo somos creativos en cada situación concreta. Alguien sufre un accidente, y tú te revelas al ver su mutilación. Tu irritación te lleva a pensar que la vida carece de sentido. No pierdas el tiempo en hacer consideraciones generales sobre la vida. Ponte a ayudar a ese ser menesteroso, y verás cómo vuestras vidas concretas se van llenando de sentido. En el encuentro, el sentido se hace palpable, denso, sugerente, reconfortante. Para captar el sentido, más allá del significado, hay que ampliar el horizonte vital: los criterios de interpretación de la vida, las pautas de conducta, las perspectivas desde las que podemos contemplar nuestra existencia y sus avatares.

Cuando se sintió abatido hasta la muerte por la tragedia de la sordera, Beethoven recomendó a su hermano Carlos, en su testamento de Heiligenstadt, que no dejase de practicar la virtud, pues gracias a ella había superado la tentación de recurrir al suicidio. Por virtud entendía Beethoven la defensa de la libertad de los demás, la entrega al servicio del necesitado (Fidelio), la fidelidad a las raíces últimas del ser, que radican en "el Padre amoroso que se halla por encima de la carpa de las nubes"2; en definitiva: la solidaridad humana en todas las vertientes de la vida. Esta actitud acogedora suscita la honda alegría que nos eleva a cimas inigualadas en el último tiempo de la Novena Sinfonía. Según Bergson, la alegría "anuncia siempre que la vida ha triunfado, que ha ganado terreno, que ha reportado una victoria; toda gran alegría tiene un acento triunfal".

VI. EL SENTIDO SE ALUMBRA A TRAVÉS DEL RIESGO DE LA CREATIVIDAD: La creación de formas muy valiosas de unidad exige esfuerzo e implica riesgo, ya que para encontrarnos debemos abrirnos a los demás de forma generosa, confiada y sincera, y esta actitud puede no ser correspondida, e incluso traicionada. De ahí la tentación de buscar el amparo y la paz interiores en modos de vida infrapersonales, infracreadores, infrarresponsables, que no son capaces de encuentro, pero tampoco de lucha programada. Desde la I Guerra Mundial se advierte en Europa un sentimiento de nostalgia por los estratos de ser infrahumanos. Se añora la soledad del árbol (Calígula, de A. Camus);

Estos intentos de vivir la vida con plenitud, pero sin riesgo, llevan en sí la garantía del fracaso, porque el ser humano está configurado para el encuentro con las realidades del entorno, no para la fusión o el alejamiento. Si me fusiono embriagadoramente, me pierdo como persona. Es la estación término del vértigo de la ambición de disfrutar. Si me alejo para dominar, bloqueo mi desarrollo personal. Es la última fase del vértigo de la ambición de poseer. En ambos casos, mi situación de desamparo espiritual se hace extrema. Si bajamos al nivel del animal, no logramos la peculiar forma de paz de quienes no necesitan programar su existencia porque sus instintos aseguran su ajuste al entorno y su pervivencia. El hombre no es un ser que tenga las características del animal y otras específicas, de modo que, abandonadas estas, adquiera la condición de un mero ser de instintos y reflejos condicionados. El hombre nunca puede renunciar a su condición inteligente, aunque su actividad creadora se halle bordeando el grado cero. Por el hecho de no ejercitar la capacidad de elegir en virtud de un ideal y asumir valores elevados, el hombre no adquiere instintos seguros, instintos que aseguran su existencia.
Sus instintos o tendencias no están de por sí orientados hacia la meta que marca el pleno logro del hombre. Se hallan indeterminados, de modo que pueden conducir al pleno desarrollo de la persona o a su asfixia total.

En aparente paradoja, la única vía que se ofrece al hombre para lograr amparo es despreocuparse de dominar la situación y adoptar una actitud de entrega confiada. A través del riesgo que ello implica, puede, en algunos casos, lograr el auténtico encuentro; y, en él, la plenitud de sentido. Esta se alcanza únicamente mediante la integración de todas las energías que alberga el ser humano, no mediante la renuncia a las más elevadas y exigentes. Cuando el hombre supera la escisión interior e integra los distintos planos de realidad que confluyen en su ser, vive una experiencia sobremanera gozosa: descubre nítidamente las posibilidades eminentes que le abre la unidad, y siente que su vida adquiere una dimensión inédita, una profundidad insospechada. Este modo profundo de ver y sentir la vida entraña una plenitud de sentido.

VII. EL LOGRO DE LA FORMA SUPREMA DE SENTIDO: Si una persona amplía su horizonte humano en dirección al Infinito, confiere un rango nuevo y superior al sentido de su vida. Esta experiencia excepcional de sentido la realizamos cuando respondemos activamente a la palabra que nos trae un mensaje de riqueza sobrehumana y fundamos una relación de encuentro con el /Absoluto. El que haya vivido esta experiencia al menos una vez en la vida verá su existencia enriquecida con ese horizonte de sentido, que lo invitará constantemente a superar toda realización precaria de sí mismo y llevar a pleno desarrollo su vocación y su misión.

Ese horizonte supremo viene dado por la fe religiosa, entendida radicalmente no sólo como un frío asentimiento intelectual a ciertos dogmas, sino como la adhesión personal al Ser Supremo. El encuentro con la forma de realidad absolutamente perfecta eleva al hombre a lo mejor de sí mismo, al máximo despliegue de sus aspiraciones más nobles, y le produce sentimientos de entusiasmo y felicidad plena. Con razón afirma S. Kierkegaard, en su obra programática La enfermedad mortal, que "el antídoto de la desesperación es la fe". Esta implica entrega, vinculación, amor. Aquella supone un encapsulamiento egoísta en sí mismo y la ruptura de todo vínculo amoroso. La fe, vinculada a la confianza y la fidelidad, está en la base del proceso creador de encuentros que suelo denominar éxtasis.

La desesperación es la fase del proceso de vértigo que precede a la destrucción de la propia personalidad. Responder activamente a toda invitación al /encuentro, es condición ineludible para conferir sentido pleno a la vida, a la propia e incluso a la de otras personas, que están llamadas a dejar de sernos extrañas y convertirse en íntimas. Ese paso se da en la experiencia de participación. Al participar, el hombre se trasciende a sí mismo y descubre que "lo más profundo que hay en mí no procede de mí" (G. Marcel). El hombre alcanza su sentido cabal (plenificación) cuando orienta su vida en el sentido (dirección) que marcan las condiciones de la actividad participativa. Aprender a participar, en el pleno sentido de la palabra, es la meta de toda formación humana auténtica. Al hombre no le viene dado de antemano el sentido de su propia existencia, como un objeto que pueda ser poseído y retenido. El sentido constituye, así, para el hombre una meta y una tarea siempre renovada, un reto que lo insta a trascender en cada momento los hitos ya alcanzados.
A. López Quintás, El sentido de la Vida En M. Moreno Villa (dir), Diccionario de Pensamiento Contemporáneo, San Pablo, Madrid, 1997

Actividades
a. Tomar nota en el cuaderno de las ideas más importantes y elaborar un mapa conceptual.
b. Elabore un collage partiendo de la frase: El sentido de nuestra vida brota cuando somos responsables (grupos de 3 estudiantes).
c. De las siguientes preguntas y afirmaciones, elija una y prepare una exposición lo más creativa posible (Grupos de 3 estudiantes).
1. ¿Tiene sentido la vida?
2. ¿Ser responsable,  ayuda a dar sentido a mi vida?
3. El S. V., está determinado por la calidad de mis relaciones con la realidad y las personas que me rodean.
4. ¿En qué sentido la  creatividad le da sentido a mi vida?
5.  El vacío existencial es una de las enfermedades más graves de los hombres y mujeres de este siglo.

Para esto tengamos en cuenta:
                - Duración de la exposición: 10 minutos.
                - Uso de recursos audiovisuales (preparar con anticipación si los vamos a utilizar)
                -  Se realizará dentro del mismo espacio (salón o aula multi activa, según se defina).
                - Elaboramos una presentación escrita para que sea nuestra evidencia ante el profesor.

RELIGION 9° - LECTURA: ¿QUÉ ES LA MORAL CRISTIANA?


LECTURA: ¿QUÉ ES LA MORAL CRISTIANA?


La Moral es la ciencia teológica, o parte de la Teología, que estudia la bondad o malicia de los actos y actitudes humanos a la luz de la fe. Se diferencia de la Etica, que es una rama de la Filosofía, la cual estudia el mismo objeto desde la perspectiva de la razón. Estudiar los actos humanos es no sólo analizar las acciones externas, sino explorar también las intenciones y las actitudes que los originan. Es descubrir la libertad con la que actúa la voluntad de la que proceden. Es explorar las circunstancias que los rodean. Es examinar la conciencia que los consiente o promociona. Es comparar su contenido con las normas o leyes divinas y humanas a las que se ajustan o de las que se separan.

Evangelio y Moral: La base de la moral cristiana es la revelación llevada a la plenitud por Jesucristo, Dios encarnado. Es su palabra y su persona las que hacen entender la moral. El mismo se proclama "Camino, Verdad y Vida" (Jn. 14. 6) y en sus enseñanzas se apoya la conducta del seguidor del Evangelio. En consecuencia, sólo desde la fe y desde la imitación de Cristo, y la atención a sus consignas, se puede definir y entender la moral cristiana.

Revelación del Padre: Las actitudes, las preferencias y los sistemas morales son muchos. Todos coinciden en la preocupación por diferenciar el bien del mal y en el deseo de marcar a los hombres el camino mejor para conseguir la rectitud en el obrar. Pero los criterios y las preferencias son diferentes y, a veces, opuestos del todo, sin que sea fácil discernir cuáles son los mejores. La moral cristiana no se reduce a ser uno más de los sistemas morales existentes. Se presenta ante todo como el estilo de vida que se apoya en la Palabra de Dios: en la que comunicó a los hombres en el Sinaí (Antiguo Testamento); y en la que llegó a la plenitud con la predicación terrena de Jesús (Nueva Alianza).

La moral cristiana no es sólo un conjunto de normas. Más bien es el modo de vivir en conformidad con las enseñanzas de Jesús, el Hijo de Dios. La conciencia es la fuerza motriz de la moral. Y la conciencia, iluminada por la fe, por la Palabra de Dios, es el alma de la moral cristiana. Esta moral no se detiene en el Antiguo Testamento, pero tampoco lo ignora. El mismo Jesús proclamó que no había venido a destruir la Ley de Moisés: "No penséis que he venido a destruir la Ley de Moisés y las enseñanzas de los Profetas. No he venido a destruirlas, sino a darlas su verdadero significado. Antes pasará el cielo y la tierra que deje de cumplirse una jota o acento de ellas."  (Mt. 5. 17-18)

La voz que tenemos en nuestro interior nos dice lo que es bueno y lo que es malo. Pero cuando se ilumina por las enseñanzas de Jesús, se vuelve más exigente y desconcertantemente benévola: manda perdonar a los enemigos, ofrecer la otra mejilla, hacer bien a los que se portan mal. La conciencia cristiana debe ser educada a luz de esas demandas, pues no realizaría su función iluminadora si sólo se apoyara en postulados naturales o sociales.

La moral de la Iglesia, más allá de los avatares históricos (guerras, pena de muerte, propiedad) o de las sensibilidades diversas provocadas por variaciones geográficas (sentido de la familia, valoración de la mujer, limosna y justicia) tiene el fundamento en la Revelación progresiva de Dios, desde la primitiva depositada en el pueblo elegido de Israel, hasta la plena palabra divina traída por Jesucristo. Se centra en las virtudes y valores que la misma naturaleza humana reclama: libertad, dignidad, honradez, sinceridad, justicia, paz, abnegación, valentía, por una parte. Además añade desinterés, altruismo, caridad, incluso cuando debe asumir estos valores en grado heroico y en ocasiones extraordinarias.

 Jesús dice más: La moral evangélica se desarrolla en conformidad con los criterios de Jesús y con las consignas del Evangelio. Jesús añadió ciertos reclamos al comportamiento humano que no podríamos entender por solas fuerzas naturales: generosidad y desprecio de las riquezas, perdón a los enemigos, humildad para ocultar las propias obras buenas, etc. La Iglesia sigue esas consignas y perfila su moral en normas precisas que no quedan en meros recuerdos de las exigencias naturales. Añade, como medio de vivir conforme al estilo de Jesús, criterios generosos y audaces. Es aleccionador el mensaje que encontramos en el Evangelio de Mateo: "Habéis oído que se os dijo... Yo os digo más: Se os dijo: no matarás. Yo os digo más: el que mira mal a su hermano, es condenado... (Mt. 5. 21-48). Con la luz de estas superaciones, es como encontramos el sentido verdadero de la moral cristiana, la de la nueva Ley, que es más exigente y es diferente de la antigua.

Cristocentrismo: Ante tantos sistemas morales como existen, el cristiano se pregunta si su moral no es uno más de ellos. ¿Cuál es el rasgo que define la moral cristiana? Esta es una pregunta clave; de su respuesta depende en gran manera la actitud moral del creyente. Es preguntarse si bastan los sentimientos, la razón, la intuición, la opinión de la mayoría o las demandas del cuerpo, para decidir si algo es bueno o malo. La moral cristiana sitúa a Jesucristo como centro de todo juicio moral. Para clarificar lo que es evangélicamente bueno o malo, es preciso dilucidar tres cuestiones básicas:

 ¿Cuál es la verdadera enseñanza de Jesús respecto a la conducta humana? ¿Cómo habla Jesús de las intenciones y de las actitudes humanas? ¿Qué postura adopta Jesús ante la ley y ante la comunidad?
Un torrente de hechos significativos hacen posible hallar respuestas son decisivas a tales demandas. Jesús valora las acciones, no sólo las palabras: "No el que dice Señor, Señor, entra en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre". (Mt. 7. 21). Jesús resalta la importancia del corazón y de sus designios: "Del interior del corazón es de donde salen los malos pensamientos: adulterios, hurtos, homicidios..."(Mt. 15.19). Jesús inicia una nueva ley, la del amor (Jn. 15.12), y proclama una nueva autoridad que no es la del templo, sino "la del Espíritu y la verdad". (Jn. 4.23). Estos y otros similares planteamientos hace a los cristianos juzgar con frecuencia los actos y las intenciones por encima de la razón. No se quedan en los hechos, para no caer en el pragmatismo; y no se limitan a las propias opiniones para no incurrir en el subjetivismo.

Enseñanza de Jesús: Lo más desconcertante de la moral que Jesús ofrece, según el testimonio de los evangelistas, es la novedad de sus enseñanzas comprometedoras. Las gentes decían al oírle: "Jamás nadie ha hablado como este hombre habla... Es un nuevo modo de enseñar. ¿De dónde le viene a este la doctrina?" (Jn 7. 46; Mc. 1. 27; Lc. 4.31). Sus mensajes morales pedían lo más difícil a los seguidores:  (Lc 6. 28; Mt. 5.44), (Jn. 23. 36), (Mt. 7.13). Pero, al mismo tiempo, Jesús recordaba: (Mt. 11. 30), (Mt. 11. 28). Algunas veces los seguidores de Jesús pueden atemorizarse ante su doctrina y marcharse de su lado como algunos de sus primeros discípulos: (Jn. 6. 61). Pero no faltarán los verdaderos "cristianos" que reconocerán con S. Pedro su postura ante el interrogante desafiante: (Jn. 6. 67-68).

Por dura que parezca la orientación moral de Jesús, es el camino de la salvación. Es la invitación que se esconde en sus reclamos de conversión: (Mc. 1. 15), (Mc. 12. 17), (Lc. 12.33), (Mt. 5. 41), (Mt. 7. 1), (Mt. 7. 12), (Mt. 10. 26).

Moral del amor: El alma de la moral cristiana es el amor, no la ley. Los grandes principios cristianos se definen por la disposición a amar a Dios y al prójimo, lo que equivale a mirar al cielo y a la tierra. La escena evangélica del maestro de la ley que pidió aclarar cuál era el primer mandamiento de la Ley, refleja con nitidez el sentido de la moral de Jesús:   "¿Qué lees en la Ley?... "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con  toda tu alma y con toda tu mente..." Y yo te digo: "El segundo es semejante a éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".  De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas. (Lc. 10. 25-29; Mt. 35-39)

Bien entendido, este doble precepto de la ley es el eje de la moral de Jesús y es la luz que alumbra al cristiano. Esa actitud de amor a Dios lleva a cumplir sus preceptos del Sinaí. Y ese amor al prójimo lleva a cumplir el "único mandamiento" de la Nueva Ley: "Un sólo mandamiento os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado." (Jn. 13.34). Tal actitud se prolonga en la enseñanza de la Iglesia por todo el mundo a lo largo de los siglos. Es lo que separa el cristianismo del judaísmo o de otras religiones.

Objeto de la Moral: El objeto formal y básico de la moral es la vida entera a la luz de lo que Dios reveló progresiva a lo largo de la Historia de la salvación. El hombre libre, ser inteligente que responde desde la fe a de Dios, es el sujeto de esa moral y promueve su propio modo de entender la vida y la conducta en la tierra. Ese objeto encarnado en ese sujeto se expresa y hace presente en diversos aspectos: los actos libres e inteligentes, las intenciones que los rigen, la responsabilidad de la conciencia de quien los ejecuta, las normas o leyes a las que se ajustan, las circunstancias que alteran esa responsabilidad.

La conciencia:  El primer centro de atención moral no son las acciones en sí mismas, sino la conciencia que las rige moralmente: sus vínculos con la voluntad que hace posible el querer con libertad y sus luces en la inteligencia para discernir lo bueno de lo malo. La primera exigencia fundamental de la moral cristiana es escuchar la conciencia, como capacidad de opción y discernimiento y en cuanto actúa ilustrada por las consignas de Jesús. Nada hay más importante para el hombre recto que su conciencia libre. Ella es el reflejo de Dios en su mundo interior y en su acción exterior. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza: libre, inteligente, capaz de elegir: "Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza... Y los hizo varón y mujer." (Gn. 1. 26-28). Esta semejanza con Dios significa que es capaz de pensar y de amar, que es libre y también creador, pues hace cosas en la tierra que Dios le encargó de cultivar y cuidar. Si le hizo capaz de amar y pensar, de ser libre y de actuar, le hizo responsable ante El y ante los hombres. El poder de elegir entre el bien y el mal es el eje de esa liberad de elección.

El Catecismo de la Iglesia Católica dice: "La conciencia es el juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la calidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace el hombre está obligado a seguir fielmente lo que su conciencia le dice que es justo y recto". (Nº 1778)

Los actos humanos: Son los realizados con libertad y con responsabilidad. Los actos propios y los ajenos se valoran según el criterio moral que predomina en la mente del agente. En la moral cristiana existe, además de la razón, el elemento de referencia del Evangelio. No basta el análisis de las acciones externas, sino que se exploran las intenciones y las actitudes. Las intenciones hacen los actos más o menos personales. Las actitudes, libremente consentidas o promovidas, hacen a los actos más interiores. Ningún sistema moral da tanta importancia a esa efectiva vida interior como lo hace la moral cristiana, pues ninguno tiene tanta referencia a la persona, a su intimidad, a la libertad, a la voluntad, al poder de su inteligencia operativa. Los actos humanos y cuantos aspectos, impulsos, rasgos y condiciones los rodean, se configuran como el otro elemento central sobre el que versa la moralidad cristiana.

Normas y leyes: Son las consignas grabadas en nuestra misma naturaleza y las que comunica quien ejerce la autoridad. Los sistemas morales se enfrentan con la realidad de la ley y de la norma. En moral se requiere clarificar la relación entre norma y acto, entre ley y comportamiento, pero en referencia a la conciencia. Si esa referencia se anula o atrofia, los actos se quedan en el terreno del Derecho y de la Jurisprudencia. En cuanto dependen de la voluntad libre entran de lleno en la Moral. Si la ley es justa, y lo es cuando proviene de Dios a través de la autoridad, la Moral reclama la acomodación de las acciones a sus demandas. Son morales las obras que se ajustan a ella. Fallan en la moralidad las que se apartan. Si la ley no es justa, no es más que un remedo de ley. No puede convertirse en referencia de la moral. Incluso es inmoral ajustar el comportamiento a ella, si es abusiva, opresiva, deformada o desorientadora. La ley se convierte en elemento de referencia y objeto de la moral cristiana, en cuanto resulta eco de la Ley suprema, que es el mismo Dios, y de lo que directamente emana de su Revelación.

Rasgos de la moral cristiana: Con esta perspectiva se pueden definir los rasgos de la "moral cristiana", nacida de la voluntad divina expresada en el Evangelio. Es moral heterónoma, que se muestra como eco del mensaje de Cristo y mueve a los hombres a vivir con gozo la voluntad de Dios. Con la fe en esta cercanía divina, el cristiano posee una moral que es fuente de vida espiritual. Es una moral personal, al mismo tiempo que objetiva. Trata de iluminar la conciencia de cada uno, teniendo en cuenta su dignidad, no su actividad. Y es social, pues lo que hacen los demás influye en los comportamientos propio; y lo que uno hace transciende a los demás de alguna manera. Es una moral abierta, en la que  queda claro que el mensaje de Jesús es orientador y no manipulador de los comportamientos. Es moral de libertad y no de coacción.

Es moral de opciones y las debilidades de cada persona se valoran en función de la conciencia y no de la norma en sí misma o de los efectos de las acciones. Por eso se aprecian las circunstancias, se miran las intenciones, se aceptan las rectificaciones, se ofrece siempre el perdón, si surge el arrepentimiento y el propósito de la mejora o del cambio de vida. Es una moral con resonancias eclesiales y convivenciales, pues los cristianos forman una Comunidad de vida, en la que todos los miembros participan de la misma gracia de Dios. Cada obra buena o mala repercute en los demás. No se valoran los hechos morales sólo por el beneficio o perjuicio individual; se tiene en cuenta también la dimensión eclesial, que en el Evangelio es básica. Es una moral objetiva, que no depende de los gustos cambiantes de los hombres o de los usos y modas. Existen los aspectos solidarios, los méritos y los deméritos compartidos, pero rige la responsabilidad personal e intransferible como condición de la convivencia. Es una moral dinámica, viva, flexible, no relativista y subjetiva, pero capaz de acomodarse a las personas y las circunstancias. Se adapta, en lo secundario, a los cambios culturales, aunque en lo fundamental sigue idéntica a lo que Jesús enseñó.

Quien tiene la dicha de formarse y orientar su vida en esa moral, sabe que camina seguramente hacia Dios y hacia su salvación. Quien se descarría y constituye como ideal de su vida el goce y el placer, el dominio y la arrogancia, el tener, el poder y el brillar ante el mundo, no puede entender la supremacía de la moral cristiana. Todos estos rasgos no están en contradicción con la exigencia, la sinceridad, la transparencia y la fidelidad. Jesús mismo lo recordaba: "Entrad por la puerta estrecha, que la puerta que conduce a la perdición es ancha y el camino fácil y son muchos los que pasan por ellos. Sin embargo, la puerta por donde se va a la vida eterna es estrecha y el camino difícil, y son pocos los que lo encuentran". (Mt. 7. 13-14)


Fuentes de la moral cristiana: Las fuentes de inspiración de la moral cristiana son los manantiales o los fundamentos que hay que preferir para juzgar el bien y el mal desde lo esencial. La Ley de Dios, la Ley de Jesús, y la Ley de la Iglesia, son la misma Ley o voluntad divina. Dios habló desde el principio señalando un camino (Antigua Alianza). En la plenitud de los tiempos envío a su Hijo y culminó con El la Nueva alianza. Y también sus seguidores siguieron proclamando esa Alianza y dando cauces a los seguidores de Jesús para vivir conforme a ella. Es lo que solemos llamar Ley de la Iglesia. En el fondo son la misma y única Ley, pues son la expresión del plan salvador de Dios.

Además de esa Ley como fundamento, y en conformidad con ella, hemos de aludir a los otros fundamentos de toda la vida moral: La Autoridad de la Iglesia o Jerarquía, que ejerce el Magisterio por medio de los Sucesores de los Apóstoles. Ella tiene la misión de interpretar autorizadamente la enseñanza de Jesús y ella es la que "ata y desata en la tierra, quedando todo atado o desatado en el cielo." (Mt. 16.19). En la Tradición de la Iglesia, la cual ha ido acumulando el sentir de todos los hombres creyentes que han vivido su fe en la Comunidad cristiana, se halla el refrendo de la Autoridad. Pudieron equivocarse muchos miembros de la Iglesia, incluso desde la plataforma de la autoridad. Pero la Iglesia nunca erró como tal, pues tuvo la protección divina, tal como él mismo Fundador se lo había prometido.

La tarea de la conciencia de las personas cristianas más entregadas a las tareas del Reino divino (santos, confesores, mártires, misioneros, contemplativos) adquiere un valor singular a la hora de discernir el bien y el mal. Y no menos importancia tiene también para cada caso moral y en cada situación ética, la conciencia del hombre honrado que busca sinceramente el bien y tiene que optar en situaciones difíciles, o debe apoyar a personalidades menos ilustradas que la suya.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

ACTIVIDAD

1. Tomar nota de las ideas principales y hacer un mapa conceptual.
2. Teniendo en cuenta las citas bíblicas (Mt. 5,21-48; Lc. 6,28; 10,25-29; Mc. 1,15 y Jn. 13,34), elaboramos un collage (en grupos de 3 y en clase).
3. Preparo una exposición acerca del tema de la manera más creativa que se me ocurra (grupos de 3 estudiantes). Para esto tengamos en cuenta:
                - Duración de la exposición: 10 minutos.
                - Uso de recursos audiovisuales (preparar con anticipación si los vamos a utilizar)
                -  Se realizará dentro del mismo espacio (salón o aula multi activa, según se defina).
                - Elaboramos una presentación escrita para que sea nuestra evidencia ante el profesor.

RELIGION 8° - LECTURA: COMUNIDAD CRISTIANA


LECTURA: COMUNIDAD CRISTIANA


Comunidad: Reunión de personas con intención de poner en común los bienes, los ideales y los sistemas de vida. Si no hay intención de comunicación y espíritu de comunión (entrega y unidad) no hay comunicación, sino simplemente agrupación y conjunto. La comunidad no deber entendida sólo como una sociedad, una corporación determinada por una circunstancia (vivienda, trabajo, diversión), en la cual el factor conglomerante es la norma y los vínculos consensuados.

Esa dimensión social va desde la horda a la banda, pero sin llega a la intimidad y a la compenetración   La horda (muchedumbre, multitud, tropa, chusma, masa, gentío) se caracteriza por ser conjunción de seres humanos unidos por azar o necesidad, sin conocimientos ni afectos mutuos y de forma ocasional y superficial. La banda se caracteriza por la restricción en función de objetivos predeterminados (musical, criminal) y supone limitación de número, objetivos rectores claros, reparto de roles, eficacia de resultados.

La comunidad es mucho más que horda, grupo, banda, tropel, más que sociedad, compañía y corporación. Es unión de personal libres, que comparten vida y objetivos, que implica conocimiento e intimidad, que exige entrega y renuncia a beneficios, que se abre a la fecundidad con nuevos miembros a los que se ayuda a nacer, crecer, madurar y ser capaces de acciones fecundas y vitales. Decir que la Iglesia es una comunidad de fe, implica todo lo que se dice de la idea general de la comunidad; pero es añadir que Dios es el que convoca a ella de forma gratuita y que la respuesta de cada miembro es la que hace a esa comunidad viva y actuante en el mundo.


COMUNIDAD ECLESIAL

Miembros de la comunión eclesial: Toda comunidad eclesial tiene la característica de ser un conjunto de creyentes en Cristo que se encuentran o que conviven familiarmente para vivir el bautismo y sus consecuencias, según la vocación de cada uno y según los objetivos más concretos del grupo. En toda comunidad eclesial se debe reflejar la comunión de la Iglesia entera, especialmente cuando se trate de la Iglesia particular o local. Cada creyente y toda la comunidad crece por el amor, en un itinerario que es configuración con Cristo "Abrazados a la verdad, en todo crezcamos en la caridad, llegándonos a aquel que es nuestra cabeza, Cristo" (Ef 4,15).

Por ser comunidad que vive la "unidad del Espíritu", refleja la realidad de "un solo cuerpo" (Ef 4,3-6). Las gracias recibidas por cada uno son para compartir, puesto que se dan "según la medida de la donación de Cristo" (Ef 4,7), "para edificar el cuerpo de Cristo" (Ef 4,12). "Todos, miembros los unos de los otros, deben ayudarse mutuamente según la variedad de dones que se les hayan conferido" (GS 32).

Cristo en medio, bajo signos eclesiales: Cristo está "en medio" de quienes se reúnen "en su nombre" (Mt 18,20). La comunidad es esencialmente "comunión" de quienes han sido llamados a convertirse en "familiares de Dios", a modo de edificio espiritual, cuyos "fundamentos son los Apóstoles" y cuya "piedra angular es Jesucristo" (Ef 2,19-20). Toda comunidad eclesial está en comunión con el sucesor de Pedro que "preside la caridad universal" (San Ignacio de Antioquía). Entonces la comunidad eclesial es "espacio teologal en el que se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado (cfr. Mt 18,20)" (VC 42).

Toda comunidad eclesial se construye con la predicación de la Palabra como continuación de la predicación apostólica, con la celebración eucarística como sacramento de unidad y con la solidaridad de compartir los bienes como signo de fraternidad (cfr. Hech 2,42-47). Para ser auténticamente Iglesia y no secta, "cada comunidad debe vivir unida a la Iglesia particular y universal" (RMi 51). La Palabra contemplada y celebrada unifica la comunidad haciéndola transparencia del evangelio; la celebración de los misterios de Cristo (especialmente en la Eucaristía) unifica la comunidad haciéndola oblación con Cristo; el mandato del amor, expresado en servicios o ministerios, hace a la comunidad transparencia de la misma persona de Jesús que "pasó haciendo el bien" (Hech 10,38). Entonces la acción del Espíritu Santo unifica el corazón para hacerse donación a los hermanos y misión universal.

Itinerario misionero de la comunión: La comunidad realiza un itinerario de comunión que se inspira en la vida trinitaria de Dios Amor. La comunidad queda renovada por la comunión de Dios Amor y, por tanto, capacitada para construir la comunión en todos los corazones y en toda la humanidad. Este es el saludo trinitario y misionero del inicio de la celebración eucarística "La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, la caridad de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros" (2Cor 13,13).

La "comunión" ("koinonía") indica vivir y compartir. Por esto tiene relación con el compartir el cuerpo y sangre de Cristo (1Cor 10,16). Se comparten todos los bienes recibidos de Dios (vida de fe, vida en Cristo, dones del Espíritu), como quienes forman "un solo corazón y una sola alma" (Hech 4,32). Por la comunión vivida en la comunidad, la Iglesia se presenta como el "sacramento visible de la unidad" (LG 9), es decir, como "signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano", hasta llegar a "la unidad completa" (LG 1). Cuando la comunidad vive su realidad de comunión, se convierte en escuela de misión para todos sus componentes. Es ya "un hecho evangelizador" (Puebla 663). "El amor  es y sigue siendo la fuerza de la misión" (RMi 60).

COMUNIDAD EN LA BIBLIA

La comunidad de Jerusalén: Los Hechos nos presentan la formación de la primera comunidad: «Perseveraban unánimes en la oración' ( 1, 14). La fe es para la comunidad de Jerusalén la respuesta a una triple revelación: pascual, evangélica, de la Escritura.  Pascual.- La comunidad toma conciencia de que Jesús, el resucitado, está a la derecha de Dios, en comunión de naturaleza y de atributos con el Padre (Hch 7,56) Evangélica. A la luz de la manifestación gloriosa de Jesús, reconsidera toda su vida como preludio de la revelación pascual (Hch 4, l 0-12; 5,30-31; 3,13). La Escritura y los dichos de Jesús les sirven para atestiguar que él es verdaderamente el Mesías. La comunidad siente presente a Cristo cuando invoca su nombre (Hch 9,14-21) bajo la guía de los apóstoles, que lo hacen vivo, palpitante, presente. La comunidad de Jerusalén ha representado siempre el punto de comparación para la vida asociada dentro de la Iglesia.

La «koinonía" es la dimensión fundamental de la comunidad: La comunidad primitiva sabe que ella es la "nueva comunidad, del antiguo Israel. Toda la vida de la comunidad se desarrolla en torno a Cristo presente en la comunidad, incluso después de la Ascensión, a través de los apóstoles: «y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra' (Hch 1, 81).

a) Comunidad que escucha  y vive la Palabra de Dios: Es una vida en continua tensión escatológica. Cada uno de los miembros de la comunidad tiene su lugar y su misión específica (Mc l 0, 45. Lc. 12,37; Rom 15,8). La única cualificación que se exige de los miembros de la comunidad es una voluntad de servicio que tiene como raíz y como término el amor (Jn 13,1 -7. l Pe l ,22; 2,17; 3,8; 4,8), El tema de fondo de la comunidad es la koinonía (Mt 7, 21. l Jn 3,8: Sant 2,14. 1,22).
b) Comunidad que cree: La vida cristiana de la comunidad es una vida nueva. «Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común' (Hch 2, 44). « Una multitud de hombres y mujeres se incorporó al número de los que creían en Jesús' (Hch 5,14). La koinonía de la comunidad está animada por un aspecto cada vez más creativo. «El grupo de los creyentes y nadie pensaban y sentían lo mismo, consideraba como propio nada de lo que poseía, sino que tenían en común todas las cosas" (Hch 4,32).
c) Comunidad que ora: No es el individuo el que ora; es la comunidad de los hermanos la que, consciente
de su propia comunión con Cristo presente y con los hermanos, se hace comunidad de oración.

 ACTIVIDAD

1. Tomo nota de las ideas principales de la lectura y realizo un mapa conceptual.
2. Solucionar la siguiente sopa de letras.

H A H J C E K N S H T I Z P W V C N O L N K I L P
N M N B H B O E P S S U P L S H U O C A O L J A S
V U V E E P L Z F O R P A L O V B I I I I X V I E
X Q M A R O G K I H H X U A Z M P C J S N Z R C M
I H M E T G Z R J T Z L C P X U E A P E U K S O B
A H U S A J L W W M O O X C P Y S R M L M L Q S E
P C O C T Z P O Q M L I W N S S L O R C O Q D A W
S P B O W P A U D Y R W L U B F D T F E C V A G P
A L D M S F L Q S W Q G N T I L I H E R R I H T T
D W E P K A A Z R D J N J F A I O G D V L H E U J
R P G A A W B P M X A X A P I R Z A K I T N I E G
O P U R G G R Z Z C I D C I D W B A M S E Z R X F
N Q D T D E A S Y X Q J I A S E Z A I W H U E Q Q
I F D I J N D P G O V Q V N C E F R T G S I L G U
F O U R X V E E V E Y G D T I I L B L A M I S S I
D S V A M G D Z H C X A N M M R F G L N B G R X O
T C A L I Z I L M Y D Z C O S Y T E I O L K A B C
M W N D E M O A Z I Z F Y B N Q N X Q N P L A T A
W A H G M C S Q N Q U V S V C S B B T A Q B V N A
O R K I B V O U O V B V A A M O R G O H E M H G H
O U P W R H S Q C R I S T O F O Q S D S P Q X Y L
R J B U O R P F J H A E C O M U N I D A D S P C E
E F L U S U O H G N E A S Q O X X N S E G O X A U
Y W I S X C M P E R O H V Z J Y X X H F Y G B X H
I S N U X C N U G G K G T L I J K O I N O N I A E 




AMOR APOSTOLES COMPARTIR COMUNIDAD COMUNION CRISTO CUERPO ECLESIAL FAMILIA FE GRUPO HORDA IGLESIA JERUSALEN KOINONIA MIEMBROS ORACION PALABRA DE DIOS SOCIAL TRINIDAD UNIDAD 

2. Con las palabras encontradas en la Sopa de Letras, elaboro una historia que tenga como título “Soy parte de la Iglesia”.
3. A partir de los textos bíblicos (Ef. 4,15; Mt. 18,20; sant. 2,14-17; Hch. 2,14-17;2,42-47), elaborar un collage (grupos de 3).
4. Preparar una exposición acerca del tema de la manera más creativa que se les ocurra (grupos de 3 estudiantes). Para esto tengamos en cuenta:
                - Duración de la exposición: 10 minutos.
                - Uso de recursos audiovisuales (preparar con anticipación si los vamos a utilizar)
                -  Se realizará dentro del mismo espacio (salón o aula multi activa, según se defina).
                - Elaboramos una presentación escrita para que sea nuestra evidencia ante el profesor.